En el mundo actual de la inmediatez (tecnológico, cibernético, iconográfico y algorítmico), cada vez tiene más predicamento el uso de apócopes o siglas para expresar conceptos. Hoy quiero hablarles de estas siglas y la referencia que hacen a la subjetividad.

“POV: Point of View” se está empleando con muchísima frecuencia, porque refleja de qué manera las cosas pueden cambiar en función de la situación, el compromiso, la dedicación o el lugar que ocupamos en una experiencia.

No es lo mismo ser compatriota y simpatizante de la Selección Española de Fútbol, y que el balón golpee dentro del área en la mano de un jugador, por otra parte, excelente y simpático, que ser seguidor de la selección alemana y ver cómo una mano flagrante dentro del área no es sancionada por la aparente intención de retirarla.

A veces, la mano anti reglamentaria es visible desde la ubicación del árbitro. A veces es necesario que intervengan las cámaras que dan la imagen cierta de la infracción o la entrada o salida del balón.

A lo largo de las últimas semanas y meses, hemos ido viendo la creciente incomodidad que padecen los vecinos de ciudades monumentales, destinos culturales y turísticos por excelencia, como Canarias, Baleares, Barcelona, Venecia, Santorini, etc., se han ido quejando y manifestando de forma progresiva en contra de la llegada de visitantes supuestamente incómodos, que precisan recursos como alojamiento, saneamiento, alimentación, movilidad, lo que no siempre es entendido por los ciudadanos autóctonos como un derecho, sino como una ligera perturbación de su orden natural.

Al mismo tiempo nos congratulamos de que el año turístico en nuestro país y en otros sitios igualmente, sea un año de récord con un número de pernoctaciones, un gasto medio por persona, un enorme éxito de visitas a espacios culturales, exposiciones, instalaciones deportivas y celebraciones de toda índole, desde conciertos musicales, a ceremonias religiosas tradicionales o fiestas paganas de cualquier índole.

Nosotros mismos, en según qué circunstancias, somos beneficiarios o damnificados de esta diferencia.

Esta subjetividad es consustancial al ser humano y puede muchas veces generar inexactitudes o injusticias, y la misma inteligencia humana que juzga y sanciona cuando las evidencias señalan un diagnóstico, a veces deben ser corregidas por una nueva aportación diagnóstica o por un diferente punto de valoración.

Esta introducción de la que pido perdón por la subjetividad que rezuma, sirve para entender lo diferente que es ser enfermo o médico, ser familiar de paciente o familiar de médico, ser de una ideología o de otra, incluso ser de un grupo étnico o de otro.
La empatía que permite ponernos en el lugar del otro muchas veces está mediatizada por nuestra experiencia y sólo hasta que no nos vemos en la circunstancia cierta no somos capaces de entender la magnitud del problema.

Muchas veces lo que a nosotros nos parece un pequeño problema, como unas arrugas o unas orejas ligeramente separadas en la cabeza, puede acarrear un enorme trastorno emocional y una desconsideración por parte de otros, convirtiendo a la persona afectada en una víctima no solamente del problema, sino de la incomprensión.
Sucede muchas veces cuando atribuimos a las pruebas diagnósticas una especie de cualidades mágicas pensamos que, porque en un análisis o en una prueba de imagen no aparezcan evidencias, la patología no existe pese a las quejas reiteradas de nuestros pacientes.
Y, al contrario, a veces nuestros pacientes se quejan de forma reiterada de problemas localizados, en según qué órgano o función de su cuerpo, y nos empeñamos en restarle importancia hasta que la patología sobresale de los límites del cuerpo.

No estamos en posesión de la verdad absoluta ninguno de nosotros y por tanto tenemos que ser siempre prudentes en nuestros juicios. La información clínica debe estar siempre por encima de todo, ya que es el paciente el que más sabe de su enfermedad y conoce desde dentro y desde fuera los problemas que tiene.
Por último, es muy razonable y correcto pedir ayuda, tanto como paciente, como profesional de la salud a otros que puedan ver, desde un punto de vista distinto, las situaciones que estamos afrontando, evitando la focalización que muchas veces nos impide ver la magnitud del problema.





















































































