DIOSCÓRIDES, DE MATERIA MÉDICA

El ser humano, a lo largo de su historia, se ha visto empujado a buscar soluciones para solventar o mitigar los problemas que se le han presentado.

En el ámbito de la salud, la utilización de remedios físicos, químicos, biológicos, es una constante que podemos seguir, leamos los tratados que sean y en el idioma que prefieran.

Muchos de estos remedios han tenido un origen en el entorno natural, en el que vivían estos antepasados nuestros, cuando empleaban sobre todo plantas para tratar de mejorar sus diversas afecciones.

La naturaleza es una enorme fuente de conocimiento y bienestar, aunque se ha abusado un poco del adjetivo natural para definir soluciones, como si en la naturaleza no existieran también multitud de elementos nocivos o tóxicos, que pueden acabar con nuestra salud o con nuestra vida.

En todo caso, merced al conocimiento y el análisis de adelantados a su época, como puede ser la persona de la que queremos hablar hoy, han contribuido a la evolución de la farmacología de la medicina y, por tanto, de la humanidad.

Me refiero a Pedanio Dioscórides Anazarbeo, médico, botánico, farmacólogo, nacido en Cilicia, en la actual Turquía, en el primer siglo de nuestra era, en una zona impregnada de la cultura griega, pero bajo dominación romana.

Practicó la medicina en la época del emperador Nerón, lo que confirma que, incluso bajo el mandato de dirigentes más que cuestionables, se puede realizar un trabajo cuidadoso y útil para la humanidad en el tiempo presente y en el futuro.

Su obra “De materia médica”, escrita en griego, constituye una avanzadilla de los modernos tratados de farmacología, describe alrededor de 600 plantas medicinales, además de otras sustancias minerales, incluso también otras de origen animal.

Menciona plantas como el sauce, la manzanilla, el ajo, la cebolla, la ortiga, la salvia, el aloe vera, la melisa, muchas de ellas en uso todavía actualmente, si bien en presentaciones y dosis ajustadas a los progresos de la ciencia .

Ha sido uno de los libros más influyentes a lo largo múltiples generaciones en el conocimiento médico de Occidente, resultando un elemento de referencia durante la Edad Media, el Renacimiento, tanto en los reinos cristianos como en los musulmanes.

Convertirse en un autor de éxito y publicar un best seller, cuando el número de libros y de autores era muy escaso, era algo parecido a lo que sucedía con la televisión en España antes del nacimiento de las privadas: todo aquel que se apreciara de conocimiento profesional, debería tener un ejemplar de esta biblia de las plantas.

En el año 1555 se publicó la traducción al castellano del libro de Dioscórides, gracias al humanista castellano Andrés Laguna, médico y filólogo nacido en Segovia, y que probablemente realizó la traducción desde un ejemplar en griego, si bien no tenemos la certeza de que esta no fuera una traducción del italiano procedente de la versión de Pietro Mattioli.

El estudio de un sabio nos lleva a estudiar a otro, ya que Andrés Laguna, nacido en el seno de una familia de judíos conversos alrededor del año 1510 y que estudió en Salamanca, empezó a hacer estudios de medicina, tenido que marchar a París hacia el año 1530. Probablemente, en su vida, tuvo contacto en esos desplazamientos con Ignacio de Loyola, Luis Vives, Miguel Servet, Erasmo y/o Calvino, todos ellos, polípatas ilustres e investigadores afamados de esa época.

En París, fue discípulo de Jean de la Ruelle (1474-1537), traductor al latín del Dioscórides (1516), obra que después se imprimiría en España bajo la iniciativa de Nebrija (1441-1522): Pedacii Dioscoridis Anazarbei de medicinali materia libri quinque, gracias a Arnao Guillén de Brocar en Alcalá de Henares en 1518. Posteriormente fue Andrés Laguna quien presentó su traducción, como decíamos en 1555. Tras muchas vicisitudes y trabajos como médico, incluidos algunos al servicio de la corona española, alcanzó el descanso eterno en Guadalajara (1559).

Sin la participación de este egregio investigador, muy probablemente la difusión de este libro habría sido infinitamente menor. Tal vez habría sido otro el traductor o quizá habría tardado un siglo más en difundirse. En todo caso, reconozcamos el mérito de estas personas que ayudaron a la difusión del conocimiento y a las que seguimos citando para justificar los tratamientos y maneras de administrarlos.

Además, desde el respeto a todas las sensibilidades, que algunos compatriotas nuestros hayan contribuido a la difusión del conocimiento, como el docto Andrés Laguna, y como también lo fueron Miguel Servet, Juan Valverde de Amusco, Mateo Orfila, el Dr. Balmis, o Ramón y Cajal, que contribuyeron al progreso y difusión del conocimiento en el ámbito de la salud desde este espacio y suelo Ibérico, es motivo sobrado de orgullo y satisfacción.

Otoño, cambio de hora y dolor

Si padece una condición de dolor crónico como la artritis o la fibromialgia, es muy probable que, con la llegada del otoño, perciba que sus síntomas aumenten. No es una idea suya. Es una realidad que vemos constantemente en la consulta. Se preguntará y con razón: «¿Por qué, si me cuido, me duele más ahora?».

La respuesta no es sencilla, pero sí comprensible. No es una sola causa, sino la suma de varios factores que, como las piezas de un puzzle, encajan para explicar este empeoramiento estacional. Hoy quiero hablarles de dos de los más importantes: el cambio climático en sí y la alteración que supone el cambio de hora.

Recuerde la metáfora que tanto usamos: su cuerpo es como un coche. Un coche que, con los años y los kilómetros, ha desarrollado sus propias «sensibilidades». En un coche nuevo, los cambios de temperatura o de terreno pasan casi desapercibidos. Pero en un coche con un historial de viajes complicados, el sistema es más frágil.

Para mis pacientes con artritis (el «desgaste de las bisagras»): La bajada de la presión atmosférica que traen las lluvias otoñales actúa directamente sobre las articulaciones. Piense en sus articulaciones como si fueran bisagras. Cuando la presión exterior baja, los tejidos inflamados dentro de la articulación tienden a expandirse ligeramente, ejerciendo más presión sobre la cápsula articular que está llena de terminaciones nerviosas sensibles al dolor. Es como si a una bisagra ya desgastada y que chirría, le añadiéramos humedad y un terreno inestable. El «chirrido» (el dolor) se nota más.

Para mis pacientes con fibromialgia (el «sistema de alarma hiperactivo»): En la fibromialgia, el sistema nervioso central —nuestro panel de control— está sensibilizado. Percibe estímulos normales (como el frío, los cambios de presión o incluso una brisa) como si fueran señales de peligro, activando la alarma del dolor. El otoño, con su inestabilidad, su humedad y su descenso térmico, es como una interferencia constante en ese panel de control, haciendo que las alarmas se disparen con mucha más facilidad. No es que el «fuego» (el daño) sea mayor, es que las «sensores de humo» están extremadamente sensibles.

Respecto al cambio de hora de otoño, aunque nos regala una hora más de descanso, supone un pequeño terremoto para nuestro reloj biológico interno, o ritmo circadiano.

La Importancia de la Melatonina: Con la tarde cayendo más pronto, nuestro cuerpo comienza a producir melatonina (la hormona del sueño) más temprano. Esto puede alterar profundamente nuestros patrones de sueño. Y el sueño reparador es, sin duda, el analgésico natural más poderoso que tenemos. Para una persona con fibromialgia o artritis, cuya calidad de sueño ya suele ser frágil, esta alteración es un golpe directo. Un mal descanso no solo aumenta la percepción del dolor al día siguiente, sino que reduce nuestra capacidad para manejarlo, nos vuelve más irritables y mina nuestra energía. Es un círculo vicioso: más dolor → peor sueño → más dolor.

Entre los consejos prácticos para navegar el Otoño con menos dolor conviene saber por qué ocurre es el primer paso. El segundo, y más importante, es saber qué podemos hacer al respecto. Y aquí, su papel es fundamental. Recuerde: la parte del médico la tiene que hacer el médico, pero la parte del paciente (estilo de vida) es tan o más importante.

También es importante controlar la luz y el sueño, La exposición a la luz matutina no es una cualquiera cosa. Aunque anochezca pronto, intente tomar al menos 15-20 minutos de luz solar directa por la mañana. Esto ayuda a reajustar su reloj interno y a regular la producción de melatonina para que no se active demasiado pronto.

Conviene mantener una rutina de sueño inflexible: Acuéstese y levántese a la misma hora, incluso los fines de semana. Su «sistema de alarma» necesita previsibilidad para calmarse. Así como crear un ritual relajante antes de dormir: Apague las pantallas una hora antes de acostarse. Lea un libro, escuche música tranquila o practique respiraciones profundas.

Mantenerse en movimiento no es sólo un mantra. El frío y la humedad invitan al sedentarismo, pero esto es justo lo que más empeora el dolor artrítico y la rigidez de la fibromialgia. Hay que hacer ejercicio en interior: No hace falta ir al gimnasio. Caminar en casa, subir y bajar escaleras, o seguir una rutina suave de pilates o yoga en una esterilla puede marcar una diferencia enorme.

Conservar el calor local: Aplicar una manta eléctrica o una bolsa de agua caliente en las articulaciones doloridas antes de moverse puede «preparar» las bisagras para la actividad, reduciendo la rigidez matutina.

No deje de lado la alimentación Otoñal. Aproveche los alimentos de temporada que son antiinflamatorios naturales. Aumente la Vitamina D, pues con menos sol, nuestros niveles de esta vitamina crucial para los huesos y el sistema inmunológico bajan. Consulte con su médico sobre la posibilidad de suplementarla. Incorpore calabazas, boniatos y frutos secos: Ricos en antioxidantes y magnesio, que ayudan a la función muscular y nerviosa.

Manténgase hidratado: Aunque no tenga tanto calor, su cuerpo necesita agua para que articulaciones y músculos funcionen bien.

Deben saber que el empeoramiento del dolor en otoño es real, pero no es una sentencia. Es un recordatorio de que nuestro cuerpo, como ese coche fiable pero con sus particularidades, necesita un cuidado extra según el «terreno» por el que circule.

Comprendiendo estos mecanismos y poniendo en práctica estas pequeñas pero poderosas estrategias, podemos trabajar juntos —médico y paciente— para que el cambio de estación no le robe su calidad de vida. El objetivo, como siempre, no es que desaparezca todo el dolor, sino que usted siga siendo el conductor de su propia vida, incluso cuando el camino se ponga resbaladizo.

Pilavapadin, avance en el dolor neuropático asociado a diabetes

Uno de los retos más complejos que se nos plantean en el tratamiento del dolor es el dolor neuropático.

Entender lo que es el dolor neuropático para alguien que no lo ha padecido puede ser una tarea compleja, porque la irritación o la alteración en el funcionamiento del sistema nervioso podemos no interpretarla como dolor, incluso no llamarle dolor, y utilizar otros términos como hormigueo, acorchamiento, quemazón, frío o falta de sensibilidad. Todos estos síntomas reflejan una alteración en la percepción que es desagradable y, por eso, los denominamos dolor.

Sin embargo, algunos cuadros clínicos relacionados con la alteración nerviosa en la diabetes; los cuadros de irritación radicular producida por compresión o afectación del nervio ciático o alguna de sus raíces de origen; la afectación asociada al virus del herpes zoster; la más que típica neuralgia de trigémino y las menos típicas; y las frecuentes neuralgias faciales de otro tipo, son asignaturas pendientes que, día tras día, a pesar de acudir al examen preparados, suspendemos sistemáticamente.

Esto se produce por la complejidad del fenómeno doloroso que, en este tipo de pacientes, si cabe, se convierte en un galimatías aún mayor, ya que los mecanismos de detección de lesiones o de alarma son los que están alterados, generando alarmas anormales, extemporáneas o excesivas.

Los mecanismos de generación y perpetuación del dolor neuropático han sido bien descritos por multitud de investigadores, incluyendo el profesor Fernando Cerveró y la profesora Jennifer Laird. El deterioro de las estructuras genera en muchos casos un deterioro en la transmisión que se consolida y se mantiene en el tiempo como un círculo vicioso muy difícil de cerrar.

Ante esta situación, tenemos una noticia prometedora: la sustancia denominada pilavapadin, que actualmente está en proceso de investigación, en la fase más avanzada del mismo, en la fase tres, sintetizado por el laboratorio Lexicon Pharmaceuticals. Promete una reducción significativa del dolor neuropático, especialmente en pacientes diabéticos, empleando unas dosis relativamente bajas y con escasas incidencias secundarias.

El mecanismo de acción se basa en la inhibición de una proteína de membrana denominada AA K1, una proteína quinasa, o también, AP2 asociado a proteína quinasa 1.

Esta proteína está implicada en los procesos de captación por parte de las células de moléculas extrañas a ellos, lo que denominamos endocitosis ligada a clatrina, y que es decisivo en la recaptación de los neurotransmisores como serotonina o noradrenalina implicados en el alivio del dolor neuropático.

Es decir, tendríamos un agente que produciría un efecto semejante al que pretendemos que produzcan medicamentos útiles en el dolor neuropático, como antidepresivos, antiepilépticos o algunos opioides, y con una tolerabilidad mucho mejor.

Sin duda es una buena noticia, que todavía no se ha confirmado, puesto que las investigaciones están en curso, pero que apunta a una nueva alternativa para cuadros que, como he dicho antes, tienen una muy mala respuesta a los tratamientos actuales.

Aunque el diseño es para el dolor neuropático relacionado con la diabetes, no cabe ninguna duda que una herramienta útil será testada en otros pacientes si confirma su eficacia y seguridad.

Bienvenida la investigación, bienvenidos los avances, bienvenidas las nuevas herramientas.

El hecho de que surjan herramientas para combatir un cuadro doloroso establecido no resta importancia, en absoluto, a la prevención de aquellos cuadros que sabemos que dependen de alteraciones como la diabetes, que pueden controlarse con consejos en el estilo de vida y tratamientos que reduzcan los niveles de glucosa en sangre.

El dolor en el laberinto de la mente

Durante siglos, según Descartes, el dolor se entendía como una señal simple y directa, un estímulo dañino en el cuerpo que viaja a través de los nervios hasta un hipotético «centro del dolor» en el cerebro, donde desencadena la sensación de sufrimiento. Sin embargo, los avances en neurociencia han refutado esta simple noción.

La realidad es mucho más compleja y fascinante: no existe un único centro cerebral responsable de la percepción del dolor, sino una compleja red de centros neuronales que trabajan en sincronía, lo que posibilita esta experiencia multidimensional. La percepción del dolor es un proceso cerebral dinámico y activo, una interpretación que va más allá de un simple mensaje neuronal. La matriz del dolor es una orquesta sin director.

Cuando sufrimos una lesión, las señales viajan desde la periferia hasta la médula espinal y de allí a diferentes regiones cerebrales. Es la interacción de estas áreas, a menudo denominada «matriz neuroanatómica del dolor», la que crea toda la experiencia.

Los actores clave incluyen:

  1. El tálamo: Centro logístico. Ubicado en el centro del cerebro, el tálamo actúa como una estación de relevo vital. Recibe las señales de dolor a medida que surgen y las envía a cortezas especializadas para su procesamiento. Es el intermediario esencial que dirige la información hacia donde debe ser interpretada.
  2. La corteza somatosensorial: El «dónde» y el «qué». Esta región del lóbulo parietal es responsable de los aspectos sensoriales y discriminatorios del dolor. Su función es mapear con precisión la ubicación del estímulo en el cuerpo (¿está en el dedo o en la rodilla?) y determinar sus características físicas: si es punzante, quemante, pulsátil o sordo. Es la parte que responde a la pregunta «¿Qué es y dónde está?».
  3. La corteza cingulada anterior: El componente afectivo. Esta área, parte del sistema límbico (centro emocional), es fundamental para la cualidad desagradable y emocional del dolor. Provoca que el dolor «duela» a nivel psicológico, creando una sensación de sufrimiento, ansiedad y urgencia por detenerlo. Mientras la corteza somatosensorial procesa la sensación, la corteza cingulada anterior procesa el sufrimiento asociado.

4. Ínsula: El interoceptor consciente. Oculta en un pliegue profundo entre los lóbulos temporal y frontal, la corteza insular integra la información sensorial con el estado interno del cuerpo (interocepción). Desempeña un papel clave en la consciencia del dolor y en la percepción del mismo como propio. También participa en la integración de las dimensiones sensorial y emocional, ayudando al cerebro a comprender el significado y la relevancia del estímulo doloroso para la homeostasis corporal.

5. La corteza prefrontal: Contexto y regulación. El lóbulo prefrontal, sede de las funciones cognitivas superiores, constituye el nivel de interpretación cognitiva. Evalúa el dolor en contexto: ¿Es intenso? ¿Cuánto durará? ¿Lo he experimentado antes? Esta región es crucial para la modulación descendente del dolor, la capacidad del cerebro para atenuar la señal de dolor mediante mecanismos como la distracción, la meditación o placebos. Aquí, la mente ejerce cierto grado de control sobre la experiencia.

El dolor no es sólo una sensación, sino también una construcción cerebral. La existencia de esta red distribuida nos ayuda a comprender fenómenos que un solo centro no podría comprender.

Por ejemplo:

  • Dolor en miembro fantasma: Las personas que han perdido una extremidad pueden experimentar dolor en ella. Esto sucede porque la red del dolor, específicamente el mapa corporal de la corteza somatosensorial, se reorganiza y continúa generando la sensación incluso cuando la señal periférica ha desaparecido. El dolor es generado exclusivamente por el cerebro.
  • La influencia de las emociones y la atención: La ansiedad o el miedo pueden aumentar el dolor (mediante la activación adicional de la corteza cingulada anterior), mientras que la distracción o un estado de ánimo positivo pueden aliviarlo (gracias a la modulación de la corteza prefrontal).
  • El efecto placebo: Creer en la eficacia de un tratamiento puede activar los sistemas analgésicos naturales del cerebro (liberación de endorfinas), inhibir las señales de dolor en la médula espinal y reducir la actividad en la matriz del dolor. Esto proporciona evidencia tangible de cómo la cognición modula la biología.

Todo esto tiene varias implicaciones para el futuro. Comprender que el dolor es una experiencia construida por el sistema nervioso tiene profundas implicaciones para su tratamiento. Ya no se trata solo de bloquear una señal, sino de considerar la experiencia en su totalidad.

Las terapias cognitivo-conductuales, la atención plena y la meditación se consideran herramientas muy útiles para «reeducar» esta red neuronal. La investigación se centra ahora en modular estas áreas con mayor precisión, por ejemplo, mediante neurofeedback o estimulación cerebral transcraneal.

En definitiva, la percepción del dolor no se localiza en una ubicación específica, sino que surge de la sinfonía, a veces cacofónica, de una red de regiones cerebrales que conectan los aspectos sensoriales, emocionales y cognitivos.

Es un poderoso recordatorio de que el dolor es, en última instancia, una interpretación de la mente, una experiencia subjetiva anclada en el complejo laberinto de nuestro cerebro.

FIESTA

Fiesta es un término que abarca a todo evento o celebración realizado de forma colectiva, donde los participantes comparten y disfrutan juntos con motivos lúdicos que les unen.

La palabra “fiesta” tiene origen latino, procede del vocablo festa e implica un acontecimiento especial, muchas veces relacionado con los mercados o las ferias, con la que comparte etimología.

Desde un punto de vista social y en un entorno como el nuestro, fiesta se ha convertido en una especie de antónimo de trabajo, con independencia de la razón por la que celebremos ese acontecimiento. Hablamos de día de fiesta en los fines de semana, puentes, vacaciones anuales y naturalmente, las fiestas locales, de patronos, días regionales o fundacionales.

No es incorrecto, no en vano, yo no estoy contra las fiestas, pero el trabajo, y más en los tiempos que corren, es motivo de celebración y en nuestro caso, el trabajo con dedicación a otros, es motivo de celebración y de orgullo.

Qué mejor fiesta que la de ver cómo tus consejos o trabajos suponen un beneficio, mejoría o incluso cura de un semejante necesitado. Por eso considero que nuestro trabajo es una fiesta, aunque pudiera parecer un oxímoron.

La fiesta nacional de España, el 12 de octubre, viene a recordar muchos de los lugares comunes que compartimos los nacidos en este país y muchos otros.

El hecho de elegir un día como el 12 de octubre, con una simbología de expansión hacia el continente americano, creo que refleja la generosidad de nuestro pueblo mientras otros países como Francia o los Estados Unidos celebran su fiesta nacional como la exaltación de su propia identidad e independencia, en España lo celebramos en un gesto de apertura.

Aquel momento en el que se pronunció la palabra “tierra” convirtió, como por arte de magia, a aquellos lugares en parte de nuestro mundo, no es que lo descubriéramos, sino que los incluimos en nuestro mundo conocido, pasando a compartir nuestra historia desde entonces, con sus luces y sombras.

La fiesta nacional debe ser la fiesta de todos. Debe reflejar todos nuestros logros y también los retos pendientes. Debe suponer la exaltación de las personas que con su esfuerzo nos han ayudado a llegar hasta aquí y a seguir avanzando.

Nuestra identidad se fundamenta no solo en Viriato o los cartagineses, sino en los romanos que los desplazaron; en los diferentes pueblos godos y sus reyes de nombres impronunciables; en los árabes de varias familias que matizaron nuestra cultura y preservaron otros saberes históricos; en los artices de la unificación en un estado único (es verdad que a golpe espada) …

Pero también pintores de cámara o de batallas; escritores de comedias o tragedias o de novelas universales; y ciudadanos de a pie, porque nunca hubo suficientes caballos para todos; los navegantes marítimos u oceánicos, etc.

Desde este foro, cuando pienso en la fiesta nacional, pienso en lo necesario que es el homenaje a los trabajadores que, de una forma abnegada, vienen sosteniendo nuestra forma de vida y nuestro país.

Quizá, además de un desfile de los servidores públicos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, deberían desfilar los trabajadores de la limpieza, los controladores aéreos, los profesionales de la salud, los periodistas, los escritores, los cineastas, etc., para que los ciudadanos pudiéramos aplaudir a su paso, el trabajo que realizan.

Nuestra identidad es el fruto del esfuerzo durante muchos siglos de trabajadores, de artistas, de pensadores y observadores, de gobernantes que han aprovechado este espacio de convivencia y este instrumento, que es nuestro idioma para hacernos más llevadero a todos el día a día, abriéndolo a todos aquellos que han querido incorporarse a compartir con nosotros su esfuerzo y nuestra cultura, convirtiendo todo ello en nuestra herencia patrimonial.

Bienvenidos los días de fiesta, bienvenidas las celebraciones que nos ayudan a tomar energía para seguir adelante.

MÉTODO POSTURAL

En nuestro mundo actual tenemos remedio para casi todo. No es que las soluciones sean infalibles, sino que, con los años, se han ido divulgando, haciendo que lo que podían ser estrategias individuales o locales, se extienden a toda la población y, por tanto, se conviertan en soluciones globales.

Lo mismo que existen manuales para mejorar el comportamiento, para adaptarnos al protocolo, mejorar las competencias en un idioma o manuales de buena educación, que enseñan a comer o a sentarse en presencia de personas respetables, existen manuales de buena compostura, nunca mejor dicho: manuales que nos enseñan la manera en la que podemos corregir nuestra tendencia o nuestra actitud postural y mejorar nuestra salud.

Uno de estos métodos es el método FUKUTSUDZI, creado para aliviar la zona lumbar realizando estiramientos de la espalda y, de esa manera, conseguir mejorar la posición de la columna vertebral.

Es un método sencillo que propone un entrenamiento de no más de cinco minutos al día para mejorar el estado de la espalda y no solo eso, también se puede conseguir reducir la grasa abdominal y por tanto tener un vientre más plano, algo que muchos pacientes anhelan tanto o más como reducir su dolor.

Sin duda, como la mayor parte de los procedimientos físicos, necesitan continuidad en su realización. Se consigue más con constancia que con mérito y, como decía la Premier Margaret Thatcher del imperio británico “…precisa tanto tiempo como un trasatlántico para cambiar de dirección…

Para realizar este tipo de ejercicios, apenas es necesario utilizar una esterilla y una toalla o alfombra, con la que haremos un rodillo, aunque también podemos emplear rodillos ya preconfigurados que actualmente están accesibles en muchos centros de material deportivo. Nos colocaremos primero sentados y después tumbados sobre ese rodillo situado a la altura de la cadera, perpendicular al eje de la columna vertebral, a la altura del ombligo.

Posteriormente, separaremos las piernas, aunque no con mucha distancia, para permitir que los primeros dedos, los dedos gordos de nuestros pies, puedan tocarse al flexionar hacia dentro ambas extremidades.

Por último, tendremos que elevar las manos sobre nuestra cabeza, de manera que se puedan colocar las palmas en el suelo y hacer que los dedos meñiques se puedan tocar entre sí.

Una vez alcanzada esta postura, la mantendremos tanto tiempo como sea posible. Quizá inicialmente no podamos llegar a los quince minutos recomendados, incluso si somos capaces, puede que podamos mantenerla más tiempo. No parece complicado y puede ser muy eficaz, según el Dr. Fukutsudzi.

Las estrategias para mejorar las posturas y la ergonomía, la corrección de los esfuerzos y el estilo de vida, forman parte de las recomendaciones generales complementarias para el alivio del dolor. Con un gesto tan simple podemos conseguir, en el medio y largo plazo, mejorar nuestros problemas lumbares y reducir el dolor.

A veces, lo más simple puede ser lo más eficaz, por lo que merece la pena hacer un esfuerzo de entrenamiento, buscando este tipo de posturas.

Ni este método es milagroso ni es incompatible con la realización de otros ejercicios y estrategias de alivio, aunque el esfuerzo personal y el compromiso del paciente es imprescindible para el alivio del dolor.

Cervantes, el dolor en primera persona

“Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros…”   

Cervantes, padre de la novela contemporánea y autor en prosa por excelencia de la literatura en castellano, en el final de su vida, cuando se publicó la segunda parte del Quijote, tuvo que publicarla, quizá con prisa, en 1615. Y ello fue debido a la aparición de una segunda parte apócrifa de su obra, escrita por un tal Alonso Fernández de Avellaneda en 1614, personaje, este último, cuya identidad aún no ha sido bien esclarecida.

Cervantes, hijo de un barbero-cirujano (categoría sanitaria menor a la de médico) que curaba, más por la mano y la experiencia, que por el conocimiento fisiológico.

La bacía que se coloca el Quijote sobre la cabeza bien pudo ser un homenaje a su padre, poniendo su recuerdo en lo más alto de su personaje, camuflado bajo la chifladura de un loco, pero seguro que la experiencia de su infancia marcó su vida y obra.

Pero si la puericia pudo influir, qué decir de las peripecias militares, buscando fortuna como buen hombre del Renacimiento que se embarca en la misión de defender el Flanco Este de su mundo frente a la amenaza de un enemigo todopoderoso que crece y afecta a los intereses de su patria con la arrogancia del que se sabe poderoso y hasta aquel momento intratable.

La Batalla de Lepanto, para nosotros un hecho memorable (que en la historia de Turquía es una de las muchas contiendas que ganaron o perdieron contra los españoles y sus aliados), marcó a aquel soldado con heridas de guerra, secuelas físicas y emocionales que le acarrearon una carta de recomendación del almirante de la Flota y el postrero cautiverio en Argel. Esta etapa duró cinco años, con cuatro intentos de fuga, muchas referencias confusas y hoy de plena actualidad por la recreación en la película de Alejandro Amenabar, que aporta tantas luces como sombras.

Muestran las crónicas de testigos y rescatadores, órdenes religiosas dedicadas a ayudar a los presos (como las modernas ONG´s), que entraban y salían de aquellos campos, abonando rescates monetarios de 500 escudos de oro, cifra no desdeñable (al cambio 1,5M€) en una sociedad en la que un soldado podía ganar alrededor de 600€.

El 19 de septiembre de 1580 el fraile trinitario Juan Gil, principal valedor, y Antón de la Bella consiguieron reunir las cantidades de las aportaciones de las hermanas de Cervantes, Leonor y Andrea, y de mercaderes y cristianos de Argel.

El episodio del cautiverio, de la pérdida de libertad y la penosidad de la experiencia en la que quizá tuvo que elegir entre sus preferencias o la supervivencia, seguro que le enseñaron más de la vida, de la salud y del dolor de lo que nosotros podamos aprender en los libros de patología. No hay mejor escuela y en esta, Don Miguel, se doctoró después de un lustro de privación de libertad, donde los intentos fallidos de fuga fueron malogrados en algún caso que otro por la traición de sus correligionarios.

El retorno a la Península y la desatención de las autoridades a sus demandas para participar en la aventura americana o algún trabajo relacionado, le abocan a un puesto de recaudador de tributos en el que quizá no dio la talla de administrador público. Finalmente, la quiebra de un banco le llevó, de nuevo, seis meses a prisión en 1597.

Fue en este segundo presidio donde consolidó su carrera literaria (ya iniciada con escaso éxito) con la idea o la escritura de su Quijote. Este hijo de su imaginación (o de la observación de su entorno, como dicen las ultimas noticias) se convirtió en alter ego de sí mismo, y le permitió expresar, sin ambages, su opinión sobre la sociedad del momento y sobre la condición humana. ¿Qué mejor manera de experimentar sentimientos o emociones que recrearla en primera persona, pero en el cuerpo de otro?

Cervantes, cuando escribió la primera parte de “El Quijote”, tenía 58 años y 10 años después, con 68, la segunda. De hecho, falleció al año siguiente de la publicación de este tomo, pudiendo conocer la repercusión de la primera, pero apenas saborear la dimensión universal de su éxito completo. Con esta edad seguro que conoció bien lo que es dolor, tanto de su mano tullida, de su cuerpo malogrado y de las privaciones de su desafortunado destino.

Nadie sabe quién otorgó descanso eterno a sus huesos, pero su enterramiento ha sido buscado tanto o más que el Santo Grial, y es que la vida nos enseña que algunos muertos no encuentran el reposo por más que estén ya convertidos en polvo, en humo, en nada.

Alonso Quijano, el Quijote, fue un hombre de 50 años, cegado por su pasión literaria, una edad importante en esa época, pero que a medida que la obra se fue desarrollando, padecía más, por los continuos achaques y desventuras. El dolor tuvo una gran participación en su obra, casi siempre después de singular combate contra el cruel destino o la dura piedra.

Le afectó a buen seguro en sus evacuaciones, (“…según me cargan los años y un mal de orina que llevo que no me deja reposar”) o llevándole dientes y muelas a boca llena, con moleduras, apaleamientos, morados…de toda índole, pero sobre todo con la sensación de pertenecer a otra época y otro orden de valores.

El Quijote se movió por un mundo dominado por los poderosos, un mundo sin escrúpulos, donde imperaban los más fuertes, y los débiles o los románticos eran humillados o apaleados sin pudor. Un mundo que recuerda mucho al nuestro y al de siempre, aunque hay que afirmar que este mundo nuestro es el mejor que se ha conocido, en cuanto a conocimiento, salud, justicia, equidad, todo esto en una parte importante de las naciones, que no en todas ni en todas las ocasiones.

Alonso y Sancho, dos caras de una sola moneda, afrontan con la misma tenacidad sus diversos afanes, uno desde la prudencia y la sensatez, otro desde el ímpetu desatado, pero los dos dispuestos a completar las aventuras.

La palabra dibuja la imagen, como en todas las obras literarias, recreando los paisajes y los hechos. Si estudiamos la manera de percibir nuestras sensaciones, el dolor tiene una fase inicial de localización en las áreas relacionadas con la percepción, para perpetuarse en las áreas relacionadas con las emociones y las expectativas, muy relacionado con el lenguaje y el valor simbólico que otorgamos al mismo.

Nuestro pensamiento está hecho de palabras y no sólo nos duele como nos han enseñado (percepción y comportamiento), sino que nos duele en nuestro propio idioma: sujeto y predicado, escribiendo de izquierda a derecha, con los adjetivos después de los sustantivos, y no al revés.

Así el dolor se vuelve algo realmente subjetivo, inabarcable, menos preciso, más intermitente y punzante cuando faltan adjetivos. Las estadísticas y sus iluminados intérpretes dicen que a los que tienen más cultura “les duele mejor”, que responden mejor al tratamiento. Quizá habrá que leer más para aliviar el dolor del mundo.

“Cervantes, su vida y obras son fruto de la experiencia de un hombre mortificado en el final de una vida llena de pesadumbre, de experiencias de cautiverio y penosidad, dentro y fuera de su país. Emocionado de la expectativa de futuro de su juventud y de una civilización pujante, pero hastiado de una sociedad llena de injusticias solo tolerable desde la visión de un iluso caballero andante”.

El escritor Juan Goytisolo se pronunció así al recoger el premio Cervantes, “como diría el Quijote si anduviera redivivo en nuestros días. Creo que cosas no muy distintas, en vez de molinos quizá elegiría alguno de los rascacielos símbolo del poder actual (y por lo que vamos sabiendo quizá de la falta de escrúpulos de los grandes administradores de la economía global) pero muchas de sus cuitas siguen vigentes”.

Esperemos que Sancho Panza se presente a las elecciones y nos permita elegir a un gobernante sensato, no sujeto a otros intereses que la justicia y la honestidad y que la “Pen-Insula I- Beriataria 3.0” reconduzca el destino de todos sus habitantes.

Somos hijos de nuestra cultura y de nuestro ADN. Nuestro destino está muy perfilado, aunque no escrito del todo. El azar y el esfuerzo probablemente sean los otros actores de la vida. Como dice nuestro autor y bien resume su filosofía de vida «…podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible».

Una última reflexión encontrada por azar en el baúl de las redes sociales como el Manuscrito de Cide Hamete Benengeli, personaje ficticio creado por Cervantes. Algunos historiadores encuentran dos referencias distintas de Don Miguel, según las cuales pudo ser condecorado e indemnizado en el hospital de Messina donde se recuperaba. Lo fue de forma distinta, como está registrado en el Archivo General de Simancas tras participar en la Batalla de Lepanto, lo que se añade a las dos partidas de bautismo de Alcázar de San Juan y Alcalá de Henares.

¿Quién nos dice que no fueron dos Cervantes distintos los que coexistieron y, juntos o por separado, redactaron las obras que atribuimos a una persona?, ¿o que uno de ellos recopiló y difundió las historias de ambos, como si hubiera sido solo uno?, Quizá otros intereses perpetuaran las historias de ambos para consolidarlos en una sola figura, acrecentando la fama de un escritor como figura literaria, aunque en el fondo hubieran sido dos. ¡Quién sabe!

Sea como fuere, la experiencia de uno o de dos nos sirve de ejemplo de vida y de disfrute literario.

Ciprofol: otra vuelta de tuerca en anestesia y sedación

Desde nuestro punto de vista, subjetivo y también por qué no decirlo, interesado, la anestesia es uno de los inventos que ha modificado el curso de la historia de la humanidad.

La posibilidad de remedar al creador y sumir en “un profundo sueño” a aquellos a los que les vamos a hacer la extracción de una parte sustancial de su organismo, o vamos a reemplazar alguna de sus piezas por otras, orgánicas o inorgánicas, es algo que incluso dedicándonos a esto, seguimos considerando prácticamente un milagro.

Pero no lo es, es la consecuencia del conocimiento de la fisiología, de los mecanismos de control y mantenimiento de la conciencia, de la percepción del dolor y del control del tono muscular o de la homeostasia.

La anestesia es un procedimiento médico, que refuerza la seguridad del paciente, basado en el conocimiento científico y administrado por profesionales de la máxima competencia.

Hace algo más de 30 años irrumpió en el mundo clínico el propofol como nuevo agente inductor anestésico, con unas propiedades excelentes de facilidad de uso, de seguridad, de rapidez en la recuperación, con apenas algunas incomodidades, como son el hecho del dolor a la inyección y los pequeños movimientos o mioclonías que pueden acompañar a su uso.

Este medicamento ha ocupado la práctica totalidad del espectro de utilización en la inducción y mantenimiento anestésico en nuestro mundo actual siendo el “gold estándar” del manejo anestésico y sedativo en todos los campos y procedimientos.

Pero recientemente los científicos han dado una vuelta más a la tuerca, modificando la molécula del propofol y añadiéndole un anillo funcional formado por tres átomos de carbono (el ciclopropilo), lo que ha convertido a la sustancia en mucho más potente, con una unión al receptor del ácido gammaaminobutírico A (GABA A) más intensa y con menos dolor a la inyección. En suma, un modelo de medicamento muy perfeccionado.

Es una vuelta de tuerca por la mejoría de la sustancia y también por el origen de la investigación, procedente del gigante asiático, China. Cada vez más se está convirtiendo en un referente de capacidad, no solo de capacidad de producción industrial y control de costes, sino también en excelencia en investigación y desarrollo, con algunas presuntas sombras, como la del origen del virus que desencadenó la pandemia del coronavirus.

Probablemente, Napoleón Bonaparte, cuando afirmó “China es un gigante dormido. Dejadlo dormir porque, cuando despierte, el mundo se sacudirá” estaba en lo cierto y está comenzando a suceder, esperemos que sea para bien de todos.

El CIPROFOL (HSK3486) fue desarrollado por Haisco Pharmaceutical Group Co., Ltd. (Chengdu, China) y publicado en 2017 por primera vez (1), produce una anestesia y sedación semejante a la del propofol, pero con un tiempo de latencia más corto, con una profundidad semejante, utilizando una dosis menor.

Esto también es relevante por otro detalle. El excipiente graso que emplea el propofol acaba produciendo un incremento de los triglicéridos cuando se usa de forma sistemática en sedación mantenida en unidades de cuidados críticos.

Dadas las características químicas de esta sustancia, precisa de menos lípidos para mantenerse estable en solución, lo que mejora el balance calórico en su utilización de forma mantenida.

Este avance, esta innovación, viene a reforzar el trabajo de los profesionales de la anestesia, aportando una herramienta que va a permitir mejorar la calidad y también la seguridad, reduciendo los efectos indeseables.

Todavía le queda un recorrido para su aprobación en nuestro país, y probablemente completar el proceso de investigación, ampliando los casos y el seguimiento con muchos más pacientes en muchas situaciones distintas.

Bienvenida la innovación y la tecnología, vengan de donde vengan, pero es un aviso a navegantes. El dueño de las patentes será quien imponga las condiciones de uso y el precio. Veremos si este fármaco y su distribución no se ve afectado por las tensiones arancelarias que actualmente gobiernan las relaciones de todo el mundo.

(1) Zhang C., Li F. Q., Yu Y., et al. Design, synthesis, and evaluation of a series of novel benzocyclobutene derivatives as general anesthetics. Journal of Medicinal Chemistry. 2017;60(9):3618–3625. doi: 10.1021/acs.jmedchem.7b00253.

Inteligencia Artificial y Salud

Uno de los términos más empleados en los últimos tiempos y que va de boca en boca, de medio en medio, de artículo en artículo, y de administración en administración, es el de la Inteligencia Artificial.

Pensábamos que uno de los atributos exclusivos de la condición humana era la inteligencia, aunque nunca hemos tenido completamente claro cuál es su definición, pero ahora esta premisa se está poniendo en entredicho.

La inteligencia es esa capacidad de reconocer la realidad, identificar los fenómenos que la regulan y tratar de sacar partido para prolongar la supervivencia de la especie y sus individuos y mejorar el conjunto de sus condiciones de vida.

La inteligencia no es una entidad única ni monolítica, sino que tiene muchos aspectos y matices que le dotan de sentido, pero que también amplían sus dimensiones.

Desde la capacidad de cálculo y por tanto de predicción, a la empatía o la resiliencia, son cualidades de la inteligencia que han convertido al ser humano si no en el rey de la creación, sí en un primer ministro o administrador de los recursos del planeta.

Basándonos en esta inteligencia y en los medios tecnológicos hemos ido desarrollando almacenes de información progresivamente más amplios y complejos, bases de datos que finalmente interactuando unos con otros, nos han llevado al concepto de Big Data del que ya nos hemos hecho eco en alguna otra ocasión y los algoritmos que permiten predecir las respuestas individuales y sistémicas.

Ese Big Data y los algoritmos que le dan forma nos ha llevado a entender perfectamente las necesidades de la población y de sus individuos y a generar respuesta a los patrones de conducta de la población.

Pero a esto le hemos dado una vuelta más, que es lo que venimos denominando inteligencia artificial, es decir, esas bases de datos no solamente identifican los problemas y predicen las soluciones, sino que son capaces de aplicarlas de forma independiente, y además son capaces de modificar esas respuestas en función de las variaciones de las circunstancias o la información.

Por poner un ejemplo automovilístico, que muchas veces nos aclara la materia, los coches. Toda la vida precisaban de un conductor que, reconociendo la vía y sus limitaciones legales o medioambientales, adaptaba la marcha, la velocidad y la ruta.

La introducción de elementos de ayuda a la conducción ha hecho que muchas cosas que antes eran estrictamente competencia del conductor, como la velocidad media, la distancia de seguridad, la potencia de la frenada o de la aceleración, incluso el mantenimiento en el carril correspondiente dentro de la vía, pueden ser sostenidas por elementos electrónicos de apoyo.

Lo que aportaría la inteligencia artificial sería una conducción completamente autónoma, que, además de adaptarse las condiciones de la vía, fuera capaz de cambiar la ruta y adaptarla en función de otros datos a la necesidad de los viajeros en el día a día.

Esto se basa no solo en datos, sino en su manera de analizarlos, es el Deep Learning, esa capacidad de renovar el análisis de forma dinámica y extraer nuevas relaciones y conexiones, respuestas inteligentes.

Este es un avance fascinante, sin comparación con lo anterior, salvo quizá con el fuego o la rueda, que va a ayudarnos de una forma tan intensa que quizá no precisemos ni pedir ayuda, porque los sistemas de soporte lo harán mucho antes de que nos demos cuenta.

En el ámbito de la salud, máquinas progresivamente más complejas, ya son capaces de detectar lesiones o desviaciones, en pruebas analíticas o de imagen, y son capaces de abordar, con procedimientos mínimamente invasivos, intervenciones que requerirían de una pericia y un pulso al alcance, solamente de unos pocos elegidos.

La introducción en el ámbito de la salud de los elementos de inteligencia artificial va a facilitar y a afinar el diagnóstico, la elección del tratamiento más adecuado y el seguimiento puntual de las modificaciones que estos tratamientos precisan para adaptarlos a las circunstancias específicas de cada persona. En suma, prácticamente todo parecen ventajas.

Aunque también hay algunos riesgos, y es que la proximidad, la atención humana, la mirada a los ojos entre personas se pierda y que la pericia necesaria para utilizar esas herramientas discrimine.

Otro riesgo es que aparte a colectivos que no tengan suficiente capacidad de adaptación y que la IA con el ánimo de protegernos de los riesgos de nuestras actitudes humanas, acabe gobernando nuestras vidas y las convierta en perfectamente mecánicas e iguales, como aquellas que salen de una cadena de montaje.

Hemos visto en multitud de ficciones el riesgo de que las máquinas se revelen contra nosotros y, como otras cosas de ficción que posteriormente hemos visto, hacerse realidad. Este riesgo cierto debe controlarse buscando un equilibrio entre el progreso y el respeto a los seres humanos.

Como profesionales, pero también como usuarios, debemos pedir a las autoridades y a las empresas promotoras que no piensen solo en las cuentas de resultados o en las ruedas de prensa para presentar avances tecnológicos, sino en el objetivo o usuario final, que somos nosotros, todos y cada uno.

Anestésicos no tan locales

Uno de los conceptos más conocidos por la población general cuando hablamos de Anestesia y Dolor es el de anestesia local y, en concreto, de las sustancias que lo producen: los anestésicos locales.

Los anestésicos locales tienen su origen en la naturaleza y en concreto en la utilización tradicional de los pueblos indígenas de Perú, de la hoja de coca y la extracción de los alcaloides que contenía y su depuración.

Nieman en 1860 sintetizó la cocaína. Posteriormente, en el final del siglo XIX, otros investigadores, incluyendo el famoso por otras razones Sigmund Freud, profundizaron en el conocimiento de esta sustancia, en algunos casos de una forma muy personal, y quizá rayando la adicción.

El descubrimiento de Löfgren, en 1943 de la síntesis de la lidocaína, el anestésico clínico más antiguo y seguro, abrió de par en par la línea de investigación sobre unas sustancias que se usan en todos los ámbitos de la medicina para insensibilizar al dolor estructuras de una forma localizada.

El lugar de acción de los anestésicos locales es el canal de sodio. Estos canales, que son los responsables de la activación de la membrana celular en el potencial de acción, se bloquean impidiendo esa entrada y también la subsiguiente despolarización, impidiendo la transmisión nerviosa. Este es el mecanismo de acción de los anestésicos locales.

Por sus propiedades químicas se dividen en dos grupos: Ester y Amida. Este último grupo es el que actualmente se emplea de una forma más extensiva, quedando los del grupo Ester reservado para medicamentos tópicos por su alta incidencia de reacciones alérgicas.

Del grupo Amida son la lidocaína, mepivacaína, bupivacaína, articaína, ropivacaína, L-bupivacaína, prilocaína… es decir, la inmensa mayoría de los anestésicos locales con perfiles diferentes, más duraderos, más potentes, con menos efectos secundarios o riesgos sistémicos.

Cuando estos medicamentos se administran a nivel local, la acción puede ser de moderada a intensa, pero circunscrita en el área de administración, casi siempre de forma tópica o por infiltración.

Si estas sustancias pasan al torrente circulatorio, pueden producir una toxicidad que puede llegar a ser grave, produciendo arritmias, bradicardia, incluso parada cardíaca en el corazón, produciendo mareo, confusión, disestesias, convulsiones e incluso paro respiratorio en su actuación sobre el sistema nervioso central.

Cuando se plantea una intoxicación por sobredosificación absoluta que puede difundir al torrente circulatorio o por administración inadvertida de alguna vena y su difusión a sangre, el paciente puede tener una súbita alteración en sus capacidades.

En ese momento precisará además del reconocimiento precoz, la atención inmediata con medidas generales: soporte respiratorio y circunstancialmente, soporte circulatorio y, también, la administración de Intralipid, el excipiente que se utiliza en la nutrición parenteral, y que sirve para eliminar esa sobredosificación de anestésico mientras se controlan los otros síntomas.

En el ámbito del tratamiento del dolor, aunque pueda parecer paradójico, también empleamos los anestésicos locales por vía intravenosa a dosis bajas, para revertir algunos cuadros de dolor sistémico o sensibilización central.

Los ciclos de tratamientos de lidocaína intravenosa asociada a algunas otras sustancias son herramientas muy útiles, seguras y fáciles de utilizar, tomando unas mínimas precauciones, como monitorización y dosificación lenta.

Los anestésicos locales son herramientas de grandísima capacidad que, bien utilizados, constituyen un aliado imprescindible en casi todos los ámbitos médicos y en particular en aquellos que tienen que ver con el dolor, pero precisan un conocimiento de la farmacología, del mecanismo de acción y de los riesgos de la sobredosificación o utilización inadecuada.