SISTEMA MIR

Una vez más, como viene sucediendo desde 1976 (hace la friolera de 49 años), nuestros jóvenes licenciados y graduados, se enfrentan al reto que puede cambiar sus vidas y marcar su destino de una forma radical, solo que este año el alineamiento planetario quizá marque acontecimientos interestelares.

La formación de médicos especialistas en España está regulada para que el acceso a la misma se produzca mediante una oposición nacional, a la que tienen acceso todos aquellos que han obtenido el título de licenciado o graduado en nuestro país, en la Unión Europea y en muchos países de Sudamérica con los que tenemos un convenio de colaboración docente.

La formación para MEDICOS INTERNOS Y RESIDENTES,  en muchos sentidos, es ejemplar. Es un sistema de acceso universal. Todos los candidatos pueden optar a cualquiera de las plazas sin distinción. Se evalúa no solamente los conocimientos en un examen tipo test que se realiza simultáneamente en toda España, sino el currículum obtenido durante la carrera y también durante el posgrado inmediato.

En este examen, se ofertan plazas de formación en prácticamente todos los hospitales de España, que tienen una acreditación, es decir, reunir unos requisitos tanto de complejidad clínica como en capacidad docente.

La inmensa mayoría de estas plazas las ofertan hospitales de la red pública nacional, aunque algunos centros privados o con gestión privada tienen plazas de formación que se incluyen en la convocatoria de forma directa o con requisitos específicos.

Aunque el examen y la acreditación dependen de las autoridades centrales, los médicos trabajan en los hospitales de la red de las comunidades autónomas, por estar transferida la gestión a las consejerías de sanidad de cada territorio.

Este modelo, en el que existe acuerdo entre los diferentes niveles administrativos y los diferentes estamentos políticos, y que, como el caso de la organización nacional de trasplantes, nadie pone en entredicho, contrasta con las dificultades para encontrar un marco de colaboración en el ámbito profesional y asistencial.

El examen MIR es la última barrera que los jóvenes, ilusionados, con ánimo de ayudar a otros, tienen que superar para poder dar rienda suelta a sus vocaciones, aunque muchas veces por los azares del destino, la especialidad o el sitio donde uno la desarrolla no es exactamente lo que tenía uno como idea.

Y esto mismo se puede decir de lo que viene después de la formación. Tanto el tipo de trabajo, el lugar donde uno lo desempeña y la compensación que recibe por ese trabajo, no siempre son lo que uno había oído, lo que le habían dicho, lo que había soñado. Conviene una revisión de los programas docentes y la actualización de su duración, incluso la creación de nuevas especialidades que den respuesta a la demanda social y asistencial.

Ser médico, aparte de requerir vocación, requiere un entrenamiento continuo e indefinido, con una dedicación que muchas veces va más allá de los horarios laborales o administrativos y con una responsabilidad personal, que probablemente no está bien explicada, y desde luego no está bien compensada.

La búsqueda del futuro a veces supone completar los ingresos de un trabajo principal con uno secundario, como sucede en todos los oficios, (como si no pudiera atenderse un puesto de dedicación pública en una administración con la dedicación a una entidad privada, como pueda ser una asociación, sindicato o partido político).

Ánimo a esos jóvenes románticos e ilusos que miran el futuro con los ojos muy abiertos, deseando darlo todo, entregarse al 100% por la causa de la Salud. Nuestra sociedad debería responder a esa generosidad con otro tipo de generosidad: en la consideración social, profesional y, por qué no decirlo, también económica.

Si la responsabilidad no decae en función del número de horas que lleva uno trabajando, tampoco debería decaer la compensación, la remuneración en la atención continuada, que es otra asignatura pendiente.

Si el compromiso y responsabilidad es mayor a medida que uno asciende en el escalafón profesional, igualmente debería compensarse con generosidad ese compromiso y no solamente con restricciones en la libertad del ejercicio.

A nuestros próximos compañeros y colegas, todo el ánimo, estamos ansiosos de compartir con vosotros nuestra experiencia, nuestro conocimiento y nuestro trabajo.

Y a las autoridades, un esfuerzo de comprensión y generosidad con los abnegados profesionales que vienen sosteniendo este sistema desde el corazón y el esfuerzo diario.

El sistema MIR podría ser un modelo generalizable en otros contextos de la sociedad, y quizá generaría profesionales, concienciados y homologables en muchos otros ámbitos del conocimiento.

UTOPÍA

Desde Tomás Moro, que hizo la descripción de una isla ideal gobernada desde el orden, la igualdad y el interés común, el concepto de utopía viene apareciendo de forma periódica en el marco de nuestras sociedades y en el entorno de nuestra cultura, aunque nunca se ubicó aquel país ideal, ni se ha culminado una situación idílica como aquella.

Esa Utopía se basaba en un espacio ordenado, en el que la felicidad estaba en el cumplimiento de una serie de normas bastante trufadas de la fe cristiana.

Utopías como esa, inventadas desde la opulencia, siempre encuentran el ideal en el orden puesto donde los recursos se dan por alcanzados, más parecido a Shangrilá, cosa que varía cuando son los humildes los que piensan en su ideal y se coloca la subsistencia, la alimentación, la salud, el trabajo o la vivienda, lo que hace de ese espacio un lugar idílico, ideal social-comunista.

Estas Utopías, en el desarrollo histórico, han tenido diversos recorridos matizados por los vaivenes culturales y políticos, donde unas ideologías y otras han buscado enmarcar en sus postulados la situación de bienestar y felicidad individual y colectiva, o al menos con esa excusa.

En todo caso, es necesario cuestionarnos nuestras expectativas e ilusiones desde la realidad en la que vivimos, pues todo lo demás puede llevarnos a la desilusión o al fraude de ley.

Las organizaciones humanas deben plantear criterios reconocibles, fiables, justos y consensuados, que pueden adaptarse a los vaivenes de la realidad, pero que no cambien de forma arbitraria en medio de un contencioso.

Los cambios de criterio deben ser razonados y razonables, y ajustarse a los plazos del sentido común. Es obligación de las autoridades velar para que el bienestar de la mayoría esté por encima del bienestar de la minoría, sin que esta última resulte avasallada.

Estas reflexiones personales son extrapolables tanto al ámbito de la salud y su organización, como al conjunto de las circunstancias de nuestra sociedad y de todas las otras sociedades humanas, todo lo demás es arbitrariedad o atropello.

Debemos estudiar los problemas de forma transversal, multidisciplinaria y de manera inclusiva. Debemos pactar un marco en el que quepan todas las sensibilidades y, aunque prime nuestro criterio, ser generosos y abiertos con los que no opinan como nosotros, pidiéndose a ellos lo mismo.

Hay que respetar las normas y exigir que los demás las respeten. No se pueden cambiar las reglas de juego en medio del partido y, si el problema es de conocimiento, compártase, pero si es de otra índole, como ideológica o económica, también deberían compartirse las soluciones, los gastos o los ingresos. Eso no quiere decir que un modelo de organización tenga todos los derechos y otros no, las reglas deben ser iguales para todos.

En nuestro contexto sanitario la Utopía de la asistencia sanitaria universal gratuita, de calidad, pese a las buenas intenciones y a la profusión de recursos invertidos, sigue estando todavía lejos de ser una realidad.

Nuestro estado de las autonomías, que ha aproximado la atención al ciudadano y que no ha escatimado recursos para desterrar las diferencias, también ha consumido muchos de ellos en las medallas para los promotores, dándose la paradoja de que ciudadanos de la misma nacionalidad puedan tener más dificultades para recibir asistencia que otros.

Tendríamos que esforzarnos para la homologación y accesibilidad al historial médico y a sus derechos en el ámbito nacional con una tarjeta, si no igual, sí equiparable, y evitar los problemas en los desplazamientos en el ámbito nacional.

Las carteras de servicios deberían ser consensuadas y la protección sanitaria ser semejante, con trazabilidad de las inversiones y los rendimientos. Un ciudadano debe tener sus derechos garantizados esté donde esté y sea de la comunidad o colectivo que sea.

Si se analiza el coste y sostenibilidad de la asistencia a un colectivo público habrá que hacer la misma reflexión con todos, pedir el esfuerzo y el rigor a todos, y aprovechar la sinergia que pueden tener las entidades públicas y privadas en salud, como se hace por ejemplo en las obras públicas.

Empléense de una forma inteligente los recursos, aprovéchense y exíjase a los responsables la necesaria pericia para administrar el patrimonio común, escuchando, lógicamente, a los ciudadanos.

Buen momento en el inicio de un año para reivindicar esos ideales, desde el esfuerzo solidario. Si no la Utopía se puede terminar por convertirse en Atipia o, peor aún, en Distopía.

SARCOPENIA

El cuerpo humano es esa máquina perfecta, fruto de miles de años de evolución, de estudios y pruebas fallidas, basada en un diseño inicial de mamíferos cuadrúpedos y revisada, y perfeccionada, siguiendo los parámetros del azar, la variabilidad genética y la voluntad de millones de seres, desde el origen de nuestra especie hasta nuestros días.

El cuerpo humano tiene una composición básica de varios tipos de tejidos, como las piezas de una máquina. Para un adulto de unos 80 kilos, la masa ósea corresponde a unos 5-7 kilos, la masa grasa alrededor de 12 kilos y la masa magra en la que incluiríamos músculos y vísceras unos 60 kilos (de esta última, la musculatura supone alrededor del 80 %, es decir, unos 50 kilos).

Estas proporciones, como en otras circunstancias o manifestaciones humanas, supone que la mayoría absoluta de la composición humana es la masa muscular.

Sin embargo, esa masa muscular debido a los azares y prioridades de las circunstancias, muchas veces no recibe la atención que probablemente merece, incluso muchas veces se la maltrata.

Debido a que nuestro diseño como mamífero pequeño nos empujaba a ser recolectores, carroñeros o pequeños cazadores, la preservación de nuestra masa muscular estaba asegurada por un estilo de vida absolutamente activo y una dieta frugal, basada en los vegetales, en alimentos, desde luego poco o nada procesados con un valor calórico escaso por unidad de peso.

Nuestra inteligencia y el perfeccionamiento de procesos tecnológicos y sociales nos ha llevado a cambiar radicalmente el estilo de vida, siendo ahora predominantemente sedentario, y además, precisamente en la posición de “sedestación”, no muy bien adaptada a nuestro diseño primigenio, posición que puede alterar o tensionar los equilibrios de la física de la columna vertebral.

Si a esto le añadimos que la masa muscular a partir de la edad media de vida (40 a 50 años) va perdiéndose de forma progresiva, pudiendo llegar al 40 % de pérdida a los 80 años en hombres y más del 20 %, en mujeres, podemos entender que esa pérdida de masa muscular, esa sarcopenia, produzca una continua modificación en la estructura y función muscular, infiltrándose de forma progresiva de grasa, adquiriendo una debilidad y una pérdida de movilidad mayor con el paso del tiempo.

El estilo de vida sedentario quizá inicialmente elegido, pero posteriormente impuesto por las circunstancias y por la pérdida de capacidad, acaba dando lugar a una reducción de las distancias que se pueden caminar sin descanso, la velocidad a la que podemos realizar ese esfuerzo y, por tanto, a una pérdida de libertad, añadiéndose a esto que la pérdida de masa muscular reduce también la masa ósea y, por tanto, el cierre del círculo vicioso de pérdida de musculatura, pérdida de masa ósea e incremento de la masa grasa.

La masa grasa, como una mancha de aceite, se extiende alrededor de los músculos, se extiende alrededor de las vísceras, se extiende en el interior de los músculos, produciendo una reducción de la eficiencia de dichos músculos y una reducción de la salud.

Además, el tejido muscular también es imprescindible para el fortalecimiento de muchos procesos metabólicos e inmunitarios, mediado por sustancias como las mioquinas o la mioglobina.

Con todo, podemos llegar a la conclusión de que esa mayoría silenciosa de la proporción del cuerpo no solamente es importante por la proporción, no solamente es importante por el sostenimiento y por la capacidad de movilizarse, sino que también es un activo imprescindible para la salud. ¿Qué podemos hacer?

En primer lugar, como siempre tener conciencia de la situación, entender que nuestro estilo de vida debe estar basado en la actividad física y mental, repito física y mental. Ni todos tenemos que hacer el mismo ejercicio, ni tampoco tenemos que resolver los mismos problemas organizativos, profesionales o personales.

Debemos entender cuál es nuestra naturaleza y darle el alimento y la actividad que necesita.

Antes pensábamos que era suficiente mantenernos activos y muchas de las recomendaciones de salud en las últimas décadas se han basado en un mínimo de pasos o metros caminados todos los días. Sin embargo, las conclusiones de los últimos estudios nos llevan a ampliar esta recomendación y aconsejar, no solamente ejercicios que mantengan el tono muscular o la elasticidad, sino también la fuerza. Realizar ejercicios que potencian la fuerza y la masa muscular servirá para preservar huesos y articulaciones y, por ende, nuestra salud general.

Así que, adelantándonos a los propósitos para el año entrante, debemos pedirle a toda la población que se mueva, que se mueva rápido y que cada cierto tiempo haga ejercicios de fortalecimiento, eso sí, adaptados a su capacidad. Puntúa lo mismo hacer 20 repeticiones de una vez que 4×5 repeticiones.

El tiempo corre en nuestra contra. Cuando se inicia nuestra vida, pensamos que estamos contando el tiempo hacia delante, y por eso sumamos la edad desde el momento de nacimiento como algo positivo, cuando quizá tendríamos que contabilizarlo en sentido negativo, en el tiempo que nos queda por vivir y centrarnos en aprovechar, con intensidad las oportunidades que la vida nos ofrece.

Aprovechen el tiempo, “carpe diem”, y háganlo en familia, rodeados del afecto de sus semejantes, persigan con denuedo la felicidad, porque es el mejor bálsamo que pueda prescribirles cualquier profesional sanitario. ¡Feliz Navidad y Feliz 2025, volveremos a encontrarnos a la vuelta, les espero!

SUZETRIGINA: UNA NUEVA ESPERANZA

Una vez más, no es la primera, ni será la última, nos encontramos con una noticia más que prometedora en relación con el tratamiento del dolor. Igual que en algunas sagas míticas del cine, la esperanza es un factor de resistencia y motor de cambio.

El laboratorio Vertex Pharmaceutical ha desarrollado un producto, que inicialmente se etiquetó como VX548 y que ha completado la fase III de ensayos clínicos, necesaria para comercializar un nuevo remedio para el tratamiento del dolor.

Un medicamento que tendría su actuación en un sitio distinto de los analgésicos que empleamos actualmente: ni sobre la cicloxigenasa, como actúan los antiinflamatorios, ni sobre los receptores opioides, como actúan la morfina y sus derivados.

Este medicamento se va a denominar suzetrigina y su nombre vendría a derivarse del prefijo “sooth”, que en castellano significa “aliviar”.

Este fármaco produciría un bloqueo de los canales de sodio 1.8 directamente implicados en la transmisión de los impulsos dolorosos. Los canales de sodio son unas estructuras que atraviesan la membrana de las células, permitiendo el paso de forma selectiva del ion Na+, lo que activa el potencial de acción de la célula y da lugar a la transmisión del dolor.

La transmisión nerviosa está mediada por una interacción física/química que producen los estímulos dolorosos sobre los receptores del dolor y, posteriormente, sobre las neuronas que transmiten ese dolor mediante unas fibras de conducción, activadas por esos interruptores que son los canales de sodio.

Si somos capaces de bloquear esos canales, la transmisión del impulso doloroso se reduce o se suprime. Así es como funcionan los anestésicos locales y algunas otras sustancias, como algunos antidepresivos o antiepilépticos.

La novedad fundamental de este mecanismo es la posibilidad de su administración por vía oral y la selectividad, en su lugar de acción, lo que evitaría los efectos secundarios que se asocian a esos otros principios activos: desde somnolencia a bloqueo cardiaco que producen todos los tipos de canales de sodio.

La investigación farmacológica básica y clínica requiere, no solamente un esfuerzo de innovación intelectual, sino un grandísimo esfuerzo de inversión económica, pues muchas de las posibles soluciones o moléculas que se investigan, finalmente, no pueden utilizarse por toxicidad o complicaciones de otro tipo.

Cuando un laboratorio decide investigar estas moléculas, está haciendo un gran esfuerzo, un salto al vacío, algo que es muy de agradecer y que, probablemente, está motivado por el afán de ayudar, pero lógicamente también por el afán de obtener un rendimiento económico a dicha investigación.

Desde mi punto de vista es legítimo que un esfuerzo importante en inversión e investigación se le compense con una tarifa justa, aunque esta tarifa no necesariamente la tiene que pagar de una forma exclusiva el afectado.

Para eso existen los mecanismos de colaboración entre los laboratorios privados y los gobiernos o entidades públicas, para asumir el riesgo y el coste de la inversión, a cambio de minimizar la traslación de esos costes en el precio final de los medicamentos comercializados.

Esto también se podría abordar aumentando el tiempo que actualmente tienen los laboratorios para la comercialización en exclusiva, alargando el plazo de amortización de las inversiones realizadas o exigiendo a aquellos otros laboratorios que comercializan medicamentos genéricos, en segunda intención, contribuyan en ese esfuerzo de inversión inicial para poder comercializarlos posteriormente.

Sea como fuere, es muy de agradecer la aparición de un medicamento que probablemente venga a ayudar de forma muy importante patologías que actualmente tienen un mal control, como aquellas que afectan al sistema nervioso (neuropatías, neuralgias…) o cuadros mixtos de irritación nerviosa. El tiempo dirá cuál es el alcance de la eficacia de esta nueva sustancia.

Otro factor a tener en cuenta es que el lanzamiento de este medicamento está finalmente sujeto a la aprobación de las autoridades sanitarias de cada país, y este trámite administrativo necesita igualmente un tiempo añadido.

Una vez más el sustantivo PACIENTES ha de conjugarse con el adjetivo, y ambos deben definir no sólo nuestra posición como afectados, sino también nuestra actitud a la hora de esperar una nueva propuesta farmacológica que a priori suena esperanzadora.

SINIESTRO TOTAL

A veces, la única manera de entender nuestra cultura es mirar hacia atrás. Nuestro pensamiento, nuestra organización, nuestras herramientas y, desde luego, nuestro lenguaje están diseñados y desarrollados desde un entorno cultural y unas creencias.

Venimos aceptando y reconociendo lo que es igual a nosotros como propio, y poniendo todo tipo de trabas y dificultades, a lo que es distinto. Por eso nos sorprende cuando otros, aparentemente iguales a nosotros, tienen un funcionamiento diferente y atípico.

Este es el caso de las personas que utilizan, de forma preferente, la mano izquierda, los zurdos, definidos con un tono un tanto peyorativo y excluyente como siniestros, y es que el lenguaje, además de transmitir el conocimiento, es capaz de generar matices o prejuicios, convirtiendo en sinónimos a lo recto y derecho, en contraposición a lo incorrecto y torcido.

Contraponiendo lo diestro y, por tanto hábil o experto, contra lo siniestro, destruido equivocado, desastroso.

Como si ser Siniestro Total para una persona tuviera que ser necesariamente negativo, mientras que para un vehículo o una vivienda tras inundación o accidente, es la peor situación.

La zurdería tiene un origen genético y afecta a un porcentaje que ronda en torno al 9-13 % de la población y de una forma casi semejante a hombres y mujeres (algo más los hombres), sin que podamos definir con certeza una incidencia mayor por razas, culturas o países (quizá algo mayor la incidencia en el sur de Asia o Europa).

Lo que lo que ha estado mal visto en múltiples culturas, quizá en la Occidental, ha sido la que ha tenido menos persecución.

Personajes zurdos de la historia que conozcamos han sido desde Aristóteles a Alejandro Magno, Julio Cesar, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Mozart, Beethoven, Napoleón, Chaplin, Paul Mcarney, Ringo Starr, Benjamín Franklin, Einstein, Stan Lee, Tom Cruise, Kennedy, Obama o Clinton, Maradona, Messi, Nadal y, al parecer, también la Princesa de Asturias, Leonor de Borbón, que ostentará la corona después de su padre, Felipe VI.

Viendo un mundo en el que los asientos, los vehículos, las tijeras, el filo de los cuchillos, los dispositivos de interacción con máquinas, como teclados o ratones, teléfonos inteligentes, están diseñados por y para diestros, parece que esto podría suponer un hándicap en su desarrollo.

Otra cosa es que los circuitos neuronales que gobiernan nuestro sistema nervioso podrían dar una facilidad en el conocimiento a personas que tienen una parte del cerebro dedicadas a la coordinación psico-motora y la otra al lenguaje, dando una visión quizá más global del mundo que nos rodea.

Algunas investigaciones afirman que pese a las dificultades de desarrollo del lenguaje o la escritura, podrían tener una visión más transversal del conocimiento y de la realidad y serían más brillantes que los diestros.

En algunas culturas se ha reprimido esta tendencia por identificarse con el mal, la inmundicia o la perversión, algo a todas luces falso.

Zurdos reconvertidos por mor de la religión o la cultura, o afectados por nuestra forma de escribir de izquierda a derecha en pupitres con brazos para un solo lado, quizá nos deberían hacer pensar si nuestro mundo, por definición, no es inclusivo, y si tendríamos que pedir, como para otras minorías, algún tipo de consideración, reconsideración o plan nacional de acomodación para todo este colectivo, que quizá necesita un reconocimiento expreso y en todo caso tiene todo el derecho al mismo y no solo la celebración de un día mundial, el 13 de agosto.

Con las víctimas de la DANA

Han pasado bastantes días para contemplar, con tiempo y algo de sosiego, la desgracia meteorológica en forma de DANA acaecida en Valencia (España) y por suerte con menor incidencia en provincias como Albacete y Málaga. Toda muestra de solidaridad es poca.

Sobran las palabras, aunque también puedan reconfortar, pero no les devolverá ni a los seres queridos ni enseres personales, propiedades inmobiliarias, negocios, inversiones, recuerdos, etc. En muchos casos, se ha perdido memoria e identidad.

El impacto sobre la salud colectiva de los afectados es infinito, porque traumas de esta magnitud no se diluyen como azucarillo en café hirviendo, ni se formatean para su extinción como archivos temporales del ordenador.

Por desgracia permanecen en el inconsciente colectivo y el tránsito de este duelo es complejo y largo de superar, quedan cicatrices en el alma. También perdurará en el recuerdo la solidaridad y las jornadas de esfuerzo compartido.

Reparamos siempre en la salud física, que no podemos pasar por alto, debiendo extremar todas las cautelas por cuanto el riesgo de infecciones es elevado, los accesos a los centros de salud pueden verse dificultados, las personas con algún grado de discapacidad verán incrementadas sus dificultades en los accesos, los pacientes crónicos pueden tener recidivas que agraven más si cabe su estado y muchas farmacias están teniendo idénticos problemas que cualquier otro establecimiento.

Si a ello unimos los cortes de calles y carreteras, muchos servicios de primera necesidad como agua, electricidad, víveres, fármacos…no estarían llegando a sus destinatarios finales, especialmente a colectivos más frágiles como niños, ancianos y personas con discapacidad, y otros como ropa, móviles y sus respectivos cargadores e incluso aperos de limpieza, a quienes pueden ayudar por sus manos.

Por otro lado, la salud mental, algo más resiliente que la corporal, se resquebraja con cierto retardo, que empieza por la aparente superación de los acontecimientos y estalla a posteriori, lo que dificulta la superación por no abordarse precozmente. No es un catarro, ni una gripe.

Pueden pasar días, semanas o meses. Ya lo experimentamos con la pandemia de Covid y por desgracia aún hoy día estamos viendo las consecuencias. El duelo por las pérdidas emocionales sigue las fases conocidas: negación, ira, negociación, depresión, aceptación y requiere de tiempo y acompañamiento para su adecuada elaboración.

Diariamente percibo en consulta la necesidad que tienen muchos pacientes de expresarse, de verbalizar sus conflictos, de ponerlos sobre la mesa y que alguien los escuche. Desde mi especialidad aplicamos la analgesia, así como la anestesia.

No soy psiquiatra ni psicólogo, aunque haya estudiado materias de ambas en mi constante periodo formativo, tanto en universidad como en estudios de postgrado (masters y cursos). Les presto atención con afecto y empatía, y percibo una necesidad constante por ser escuchados y comprendidos, acompañándolos en el dolor físico y, si puedo, incluso en el emocional, pero es muy personal.

No me cabe ninguna duda de que, a muchos, por no decir a todos, les gustaría sentir el pulso humano y la preocupación de sus semejantes, pero no sólo ahora, ni dentro de una semana, ni solo de un mes, porque estos dramas se prolongarán en el tiempo.

Hay que reclamar que administraciones de toda índole, desde la local a la mismísima europea, se muestren cercanas y no coyunturales durante el periodo que dura el eco de la noticia. La sensación de abandono y desamparo larvará la desconfianza y el resentimiento.

Dicen los periodistas que “no hay nada más viejo que el periódico de ayer”, para evidenciar la celeridad de su trabajo, la volatilidad de las noticias, la inexistencia de un seguimiento de las mismas por acumulación de nuevas que dejan antiguas a las anteriores, porque su público objetivo quiere lo más fresco, lo último, lo más reciente, lo que acaba de suceder.

El poso de las noticias y relatos se asientan sobre los previos, y el sedimento se va compactando. La incertidumbre e inseguridad generadas por bulos e informaciones distorsionadas o trufadas de alarmismo, añaden desesperanza y siembran de coraje un lecho social ya herido.

Aunque las dimensiones de una catástrofe establezcan categorías que se repiten, como dolor agudo por traumatismos o crónico agudizado, siempre el abordaje y trato es individual. En situaciones críticas el tipo de casos se repite, pero no las personas, irrepetibles en su dignidad y memoria.

Los sanitarios, sobre todo lo que abordamos problemas crónicos, vivimos en un constante “déjà vu”, con síndromes y episodios más frecuentes, pacientes habituales con recaídas, casos nuevos itinerantes y algún caso puntual.

Esta es una profesión absolutamente vocacional y en momentos tan crudos como los vividos, está volcada con quien más lo necesita de modo totalmente altruista. No dejemos atrás a ningún paciente. ¡Amunt Valencia!

Negro sobre negro

La cruda realidad la tragedia, desgraciadamente se impone y revuelve nuestros corazones sin anestesia.

Cuando observamos con impotencia y estupor las guerras lejanas que asolan a nuestro mundo, la naturaleza da un golpe sobre la mesa y nos exige que hablemos de ella, que reconozcamos su importancia y que aceptemos resignadamente que nos da jaque mate cuando quiere.

Expresar negro sobre blanco, el estupor, la congoja, la angustia, la tristeza de todas las personas afectadas por las lluvias torrenciales es un esfuerzo ímprobo, pero nuestra obligación ética es acordarnos hoy más que nunca de todos aquellos que padecen dolor, el dolor relacionado con las lesiones y también el dolor relacionado con las emociones.

Desde aquí en mi nombre y en el de todo mi equipo, quiero enviar un abrazo caluroso y fraterno a todas las personas que de un modo u otro se han visto afectadas y en particular a aquellas que han perdido a sus seres queridos.

Nada puede reemplazar la pérdida de una vida.

Como decía un buen amigo, el negro es el color más fuerte, porque es capaz de comérselos a todos y desgraciadamente hoy confirmamos esa afirmación.

En estos momentos solo podemos escribir negro sobre negro, porque desgraciadamente la tragedia se ha impuesto.

Sólo el mínimo destello al final del túnel, que representa la solidaridad y el trabajo de los abnegados profesionales, de los vecinos y de todas las personas de bien que se han volcado en esta tragedia.

Kratom, sólo el nombre asusta

En muchas ocasiones hemos oído, incluso hemos repetido, que…” todas las cosas se inventaron en China hace por lo menos 1000 años” … y, de algún modo, este escrito pretende corroborar esa afirmación, aunque con algunas matizaciones.

La medicina tradicional china recoge en sus compendios multitud de remedios y soluciones basados en el conocimiento empírico, que no en la evidencia científica, que ha sobrevivido hasta nuestros días después de cientos de años de experiencia.

El opio, el cannabis, el ginseng, la Cúrcuma, la canela,… ya se empleaban en el pasado con un razonable éxito y el remedio del que vamos hablar, también era conocido y empleado, aunque ha trascendido el ámbito Oriental para instalarse en nuestra sociedad.

El Kratom es un preparado herbal, derivado de las hojas de la mitragina speciosa, una planta tropical relacionada con la del café, endémica en el sudeste asiático.

La planta tiene unas hojas verdes alargadas rayadas, y crece de forma espontánea en zonas con un clima subtropical en países como Vietnam o Tailandia.

El extracto de hojas puede producir un efecto similar a los opioides y a algunos estimulantes, no encontrándose completamente definida su utilización o la limitación de su uso.

En algunos países, se ha empleado como posible estimulante y también como coadyuvante para tratar los síntomas de abstinencias a drogas o en relación con intolerancia a los opioides.

De hecho, una parte de su reciente atención tiene que ver con la epidemia de sobredosis de opioides, por lo que las autoridades farmacéuticas norteamericanas están valorando su posible uso terapéutico.

El uso tradicional en aquellos países ha sido para tratamiento del dolor crónico, para la fatiga, incluso para la disfunción sexual, y la manera tradicional, como no podía ser de otra manera, ha sido masticar hojas, lo que puede mejorar el ánimo y la energía.

El efecto comienza a los 5 a 10 minutos de la administración oral, pudiendo prolongarse hasta 5-6 horas, siendo su intensidad dependiente de la dosis empleada: la dosis va de 2 a 6 gramos por vía oral.

La dosis baja (menos de cinco gramos) produciría efecto más bien estimulante y a dosis mayor, un efecto mucho más parecido a los opioides: analgesia, somnolencia, estreñimiento, etc.

Los efectos secundarios relacionados con el uso del Kratom por vía oral, han sido náuseas, sequedad de boca, vómitos, sudoración, pérdida de apetito, alucinaciones…

Close up of dry lips of an Indian male checking with fingers

La seguridad de este producto todavía no está demostrada, lo que hace que tengamos que plantear todas las dudas y aconsejar toda la prudencia en el contacto con una sustancia que en algunos estudiosos se ha comportado de manera muy semejante a los opioides, produciendo un cierto grado de adicción y un cierto efecto de abstinencia en el momento de retirarlo, probablemente porque su acción se produce sobre los mismos receptores opioides que los mórficos.

El lugar de acción del efecto farmacológico parece situarse en los receptores opioides Mu, aunque su estructura molecular no es igual a ellos, puede tener un efecto semejante., en algunos casos, superior a la morfina, incluso un derivado la 7-OH-mitragina, puede ser hasta 13 veces más potente que la morfina.

La investigación podría desarrollar en el futuro sustancias derivadas que fueran alternativas analgésicas a ciertos medicamentos que tienen sus limitaciones, como son los derivados de la morfina.

Es preocupante que sea una sustancia que puede conseguirse de una forma no muy complicada en muchos países del mundo, incluso online, por lo que las autoridades se plantean la restricción a su acceso y comercialización.

Como hemos planteado cuando hablamos de otras sustancias herbales, comercializadas de una forma no elaborada, nos surge la duda de la cantidad exacta de principios activos que se administra cada vez.

Tampoco conocemos muchas veces el país de origen, los controles en el proceso de cultivo y elaboración o la presencia de otro tipo de sustancias contaminantes, desde hongos a metales pesados.

Entendemos que debe existir una razonable regulación y control; que los preparados deben estar de testados y, si plantea cualquier duda, requerir prescripción facultativa.

Sería muy interesante tener alternativas al uso de opioides, especialmente cuando existen alergias o intolerancias de otro tipo, y quizá esto pueda abrir una línea terapéutica nueva que en el futuro podamos utilizar de una forma regular, comprándolo en las farmacias. Mientras tanto, una vez más, debemos aconsejar la prudencia y consultar siempre con profesionales sanitarios.

Los pilares del conocimiento

Muchas veces, cuando visitamos ciudades monumentales, como puede ser Roma, Atenas, Córdoba, etc., encontramos los vestigios de la civilización en forma de construcciones ejemplares, monolíticas, testimonio de su poder y saber hacer.

Construcciones tan sólidas que han soportado el paso del tiempo y la acción, no sólo de la naturaleza, sino de los seres humanos que se han sucedido en el tiempo y que casi siempre quieren dejar su perfil o el testimonio de su preferencia cultural.

Estos edificios rotundos, construcciones monumentales, reflejan no solamente una forma de cultura, sino también un poderío tecnológico, el dominio de técnicas y materiales y, naturalmente, la disponibilidad de recursos, materiales de construcción, mano de obra, en suma, poder económico.

Estos modelos monumentales, representativos de una cultura y también de una jerarquía económica, han sido imitados a la hora de emplearse en otras grandes construcciones.

Permítanme compartir esta reflexión que viene motivada por la similitud que algunos perfiles de edificación actuales tienen con otros de las civilizaciones clásicas.

Si miramos el perfil del acueducto de Segovia o el de Tarragona y lo comparamos con las fachadas de algunas facultades de las universidades, como pueden ser la de Medicina u Odontología en la Complutense o en algunas otras ciudades, encontramos cómo la tradición cultural Clásica ha impregnado de manera decisiva nuestra manera de construir edificios dedicados a la transmisión del conocimiento.

Muy probablemente los promotores y constructores tuvieron el ánimo de homenajear y dar importancia a las materias que se desarrollaban en el interior.

Por esa razón les dotaron de una carcasa noble, monumental, que de alguna manera revestía y reviste de una cierta autoridad histórica a los contenidos y también a las personas que trabajaban o que trabajamos en el interior.

Es muy razonable buscar una legitimación histórica en el conocimiento. Los hombres que no conocen su historia están condenados a repetirla, pero también es cierto que, como los edificios, los conocimientos que se imparten en el interior de esas universidades tienen una permanente obligación de actualización.

Que muchas universidades o facultades de prestigio tengan estas características, no quiere decir que aquellas que tienen un perfil más contemporáneo sean menos importantes o que solo el edificio o la camiseta, si me permiten el símil deportivo, permita ganar los encuentros.

La obligación de la Ciencia es estar construida sobre pilares tan solidos como los edificios que los albergan, basados en la observación, la investigación, el rigor, la evidencia, la honestidad y el esfuerzo, algo no muy distinto a lo que debería pedirse a casi todas las profesiones.

La ciencia y sus ministros requieren una revisión permanente y, en particular la educación en la salud requiere un esfuerzo continuo.

Los remedios de hoy puede que mañana se queden anticuados, aunque tengamos que recordar y homenajear a todos los que nos antecedieron en la profesión médica o docente.

Nervio Sinuvertebral de Luschka

El dolor, la última frontera, el tema que a muchos les quita el sueño y el apetito, y a otros les da de comer. Enorme paradoja que nos iguala como afectados y nos distancia a la hora de elegir etiquetas diagnósticas o soluciones terapéuticas.

El dolor requiere un gran conocimiento de la estructura y función del cuerpo y muchos de los conocimientos que manejamos se deben a estudiosos que dedicaron su vida a señalarnos las estructuras que componen el cuerpo y su protagonismo en su desempeño, por pequeño que pueda parecer.

Hubert Von Luschka nació el 27 de julio de 1820, en Constanza, una pequeña ciudad al suroeste de Alemania, cerca de Suiza. Inició estudios de farmacia para después pasar a estudiar Medicina en la Universidad de Heidelberg. Tras lo cual trabajó con Ludwig Stromeyer, eminente cirujano militar, donde destacó por su habilidad quirúrgica.

Posteriormente colaboró con Fiedrich Arnold, anatomista de enorme reconocimiento en su tiempo y también en la actualidad gracias a las descripciones de estructuras y malformaciones, que llegó a bautizar con su nombre el nervio y la neuralgia occipital e incluso la malformación de la unión cráneo-vertebral, que describió junto con Chiari. Arnold influyó decisivamente en la carrera de anatomista de Luschka, que se desarrolló por completo en Tubinga.

Luschka tiene entre sus muchas descripciones el nervio sinuvertebral, un ramo recurrente del nervio raquídeo que, viniendo desde fuera del agujero de conjunción, se dirige hacia dentro, inerva la duramadre anterior, la cara posterior de los cuerpos vertebrales y las capas más periféricas del disco vertebral. También describió el agujero del cuarto ventrículo cerebral.

Traemos a colación a este eminente anatomista por los cuadros de Dolor, de origen discal, que en muchas circunstancias aparecen y no responden a las medidas convencionales de tratamiento, al no tener en cuenta estas consideraciones anatómicas y su repercusión funcional.

El nervio sinuvertebral es responsable de dolores lumbares, localizados, inespecíficos, con mínimo daño vertebral o en el disco, y que pueden ser erróneamente diagnosticados y tratados como dolores articulares facetarios sin obtener nada más que un éxito pasajero.

También puede generar dolor de cabeza que, con origen en las vértebras C3-C4, puede ascender por la nuca hasta la zona occipital del cráneo.

El tratamiento sobre este nervio se puede hacer de forma localizada y específica a base de bloqueos con anestésicos y esteroides o con radiofrecuencia pulsada, obteniéndose unos resultados satisfactorios cuando terapias previas con bloqueos de articulaciones, o incluso los bloqueos discales, no obtienen resultado.

Sabemos que los discos vertebrales están inervados apenas en la zona del annulus, pero no tienen inervación interna. Cuando el disco está dañado, en los discos vertebrales se genera una neo-inervación que puede hacer esa zona mucho más sensible (en probable relación con la concentración de factores de crecimiento celular, segregados a ese nivel).

La labor de Hubert von Luschka es de especial relevancia, no sólo por sus investigaciones y descripciones estructurales sino, sobre todo, por su manera de concebir y enseñar la anatomía acuñando, el término “anatomía clínica”, un concepto que lo que pretende es relacionar los hallazgos anatómicos de imagen con el funcionamiento, algo que entendemos que es esencial: reforzar la transversalidad de la información y asociar los hallazgos anatómicos con la repercusión en el funcionamiento del cuerpo.

El nervio sinuvertebral nos explica algunas patologías resistentes a tratamiento. Un correcto conocimiento de la anatomía nos puede permitir sospechar una patología que si no puede pasar desapercibida.

Siempre insistimos en la necesidad de correlacionar la información que tenemos sobre nuestros pacientes y sus patologías. Las vértebras, los discos, las articulaciones, los nervios no están aislados en el espacio, sino que van integrados en un sistema anatomo-funcional complejo y, por tanto, un conocimiento exhaustivo de las estructuras y de su manera de funcionar nos puede ayudar a encontrar el mejor tratamiento posible para nuestros pacientes.