Kintsugi es una práctica japonesa centenaria consistente en reparar objetos de cerámica con oro o plata líquida en una amalgama con lacas y pegamentos y así soldar los fragmentos. El resultado es una pieza restaurada que recupera su función inicial, siendo especial y de más valor. El resultado es original y único; su aspecto, absolutamente singular y, por las vetas de oro o plata, más valioso.

La palabra “Kintsugi” 金 継 ぎ, se forma de dos raíces y etimológicamente significa “oro” (金) y “arreglo” (継 ぎ). Sería una especie de soldadura  o parche dorado.

Se originó en el periodo denominado Jomon, hace unos 10.000 años A.C. Aunque también pudo iniciarse en el siglo XV con un pequeño accidente doméstico del Shogun Ahikaga Yoshimasa con una taza de té muy especial para él y que pidió que fuera reparada conforme a su rango y dignidad.

Fue la intuición y experiencia de esos artesanos la que hizo mezclar polvo de oro y lacas para generar el bálsamo capaz de reparar y mejorar el instrumento original.

Desde entonces hasta nuestros días, esas piezas restauradas de una manera tan especial se han convertido en obras de arte únicas, con un marcaje diferencial que, además de valiosas, las convierten en algo diferente, como en la naturaleza, algo completamente original, no hay dos iguales, más sólidas y además, más resistentes en esas zonas, difícilmente se podrían romper por esas suturas.

La belleza de esas piezas surge de sus imperfecciones, de sus defectos, como en la vida las heridas o los daños pueden hacer las cosas y a las personas mejores, más resistentes, incluso más bellas. Sería una forma artística y filosófica de aceptar el daño y los defectos como matices que enriquecen la personalidad.

Kintsugi invitaría a reflexionar sobre el hecho de que una lesión o un daño no tienen por qué representar el final y que puede ser excusa o acicate para una nueva vida.

Ejemplos de superación en las personas relacionando accidentes o lesiones que a veces les han obligado a revisar su forma de vida o el desempeño de la misma, existen en todos los ámbitos de la vida, como por ejemplo en el deporte.  La historia de personajes como Julio Iglesias que tuvo que dejar el deporte para triunfar en la música o deportistas paralímpicos como Teresa Perales son ejemplos relevantes.

La vida nos pone a prueba y sobreponernos a dificultades, obstáculos, separaciones traumáticas de una forma positiva aplicando resiliencia y esfuerzo, nos puede ayudar a apreciar la luz de las estrellas cuando no tengamos la del sol, y recalcular la ruta, aprovechando las oportunidades que ofrece la vida y reanimar, rehabilitar, recuperar cuerpos y espíritus frente a la adversidad.

La medicina y el tratamiento del dolor muchas veces se basan en la reparación de órganos, recambios de válvulas, aplicación de Stent vasculares, prótesis de cadera o rodilla o estimuladores o bombas implantadas, fabricadas de metales tan nobles y honorables como el titanio a la altura de otros preciosos.

Lo mismo se puede decir de nuestra fortaleza mental, hecha a veces de las heridas en el alma que la incomprensión, la injusticia o el desamor infligen en nuestro ánimo y que necesitan de esa sutura de materiales preciosos como el amor, la amistad o la tenacidad para reconducir nuestras vidas.

El Kintsugi enseña a valorar lo antiguo, el pasado y los posibles errores, sin menospreciarlos. El dolor, la enfermedad, lo negativo de nuestras vidas  podemos intentar verlo como una fase de forma de crecimiento personal y humano. Nuestras heridas nos han llevado también a ser como somos y a conocer nuestra capacidad de recuperación tras una caída, son nuestro bagaje que nos marca, pero que también nos ayuda a afrontar nuevas metas.

Si somos capaces de aprender de esas heridas, en vez de ser un lastre, nuestras cicatrices serán la marca de nuestra capacidad, la condecoración a nuestro mérito. Si aprendemos de los trabajos de la vida, mejoramos nuestra actitud, nuestros hábitos de vida, de alimentación, de descanso, etc., tendremos una vida mejor y ayudaremos a los demás a tenerla también.

Publicado por Dr. Alfonso Vidal

Director de las Unidades del Dolor del Hospital LA LUZ (Madrid) y del Hospital SUR (Alcorcón, Madrid). Grupo QUIRÓNSALUD Profesor de Dolor en la Univ. Complutense Madrileña

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