La Historia es una sucesión de acontecimientos ocurridos en el pasado que son recogidos y analizados por cronistas, investigadores y responsables políticos.

La Historia debería recoger los acontecimientos de una forma objetiva, no interesada, tratando de entender las motivaciones y circunstancias de las civilizaciones y pueblos del pasado, sin contaminación ideológica, buscando los hechos.

Pero en la práctica, la Historia la escriben los vencedores del signo o tendencia que sea, minusvalorando el papel de otros u otras. Por eso reivindicamos el papel de algunas figuras que han quedado al margen de la atención por la ideología o contexto dominante.
La figura de un/a pioner@ en algo suele suscitar interés y atención por su atrevimiento, por la innovación por el riesgo y por el ejemplo que prestan a las generaciones futuras.

Este es el caso de Dolors Aleu, la primera mujer médico en la España moderna. Su figura destaca sobremanera no solo por ser la primera, sino por serlo en un momento en el que ser mujer suponía no una rémora, sino una prohibición tajante para acceder a los estudios de medicina.
La razón habría que atribuirla al papel preponderante atribuido a los hombres por el conjunto de la sociedad hasta bien entrado el siglo XIX. A ello unir la prohibición manifiesta de algo tan común en nuestro tiempo y en nuestra sociedad como la igualdad de derechos de todos los ciudadanos, con independencia de raza, religión o género. Hasta finales del siglo XX las mujeres en España no podían tener una cuenta bancaria o intereses de otro tipo, precisando a su padre, hermano y/o marido como testaferros.

Hubiera sido impensable y casi sacrílego, en largos periodos del pasado, la igualdad de reconocimientos y derechos de la que hoy disfrutamos (muy mejorable en muchos aspectos).

Dolors Aleu Riera, nacida en 1857, era hija de un matrimonio de la burguesía catalana. Su padre era un político más que influyente en la sociedad de Barcelona, ocupó los puestos de teniente de alcalde, jefe de la Policía Municipal y posteriormente gobernador general de Cataluña
Estos cargos facilitaron una cierta permisividad para con su hija, que además acudía a las clases acompañada de dos guardaespaldas de forma cotidiana. Gracias a su vocación e interés y a la influencia de su padre, pudo culminar sus estudios en 1879 y posteriormente ejercer su profesión durante más de 25 años.
Otras dos mujeres, Marina Castells y Elena Maseras, compartieron esa aventura inicial pero, como sucedió en la misión Apolo, el destino eligió a Dolors para ser la primera. Elena desistió y acabo ejerciendo el magisterio debido a dificultades administrativas y Marina tuvo un final prematuro por complicaciones de un embarazo, no llegando a consumar la gesta.
Su vocación se aproximó al ámbito de la pediatría y la ginecología, ejerciendo en una consulta, en la que atendía desde miembros de la alta burguesía a prostitutas, durante toda su vida, publicando múltiples consejos para madres sobre la atención a los hijos.

Alertó de los riesgos que algunos hábitos o accesorios, como el corsé, podían tener sobre la salud femenina, sobre la que versó su tesis doctoral, donde alertaba de los riesgos que determinadas imposiciones de la moda o costumbre podían tener sobre la salud y la fisiología respiratoria. Redactó, además, los primeros consejos de lo que podríamos llamar “vida sexual higiénica y saludable”.
La vocación médica de uno de sus hijos, truncada por la tuberculosis, le sumió en una depresión que después la llevaría a la muerte a los 55 años.

El reconocimiento del derecho de las mujeres a asistir a las facultades de Medicina fue distinguido en el decreto que aprobó Alfonso XIII en 1910, pero Dolors falleció solo tres años después, en 1913, a la edad de 55 años, y apenas pudo recibir la valoración que hubiera merecido como pionera de la salud en España.

Su figura, pese a las facilidades conseguidas por su posición social, no palidece en absoluto por la enorme vocación de servicio demostrada en su ejercicio y en el conjunto de su dedicación.

A veces el primer hombre en América, en la Luna, en obtener el Premio Nobel o marcar el gol número mil, recibe más atención que personas que con su ejemplo han abierto las puertas del futuro a las mujeres de hoy, que participan de manera intensa y decisiva en facultades y hospitales, resultando no solo magníficas estudiantes, sino también excelentes profesionales. La sociedad, una vez más, va muy por delante leyes y gobernantes.