El origami (折り紙, plegar papel) es un arte de origen japonés que consiste en el plegado de un papel para realizar con el pequeñas figuras. Es, de alguna manera, una forma de escultura en la que se modela el papel y con ello, como le sucede a los que tallan la piedra, extraen la figura que llevaba oculta en su interior.

El origami tiene algunos condicionantes: la lámina de papel debe ser cuadrada, no deben usarse elementos de corte como tijeras, cúter, etc. Ni tampoco pegamento de ningún tipo.
El origami, al igual que el papel y otras muchas artes y enseres, se originó en China en el siglo I-II d. de C. La invención del papel ha sido atribuida a un alto funcionario del imperio, Ts´aiLun en el año 105.
Quizá fue solo un patrocinio o simplemente la constatación de la existencia de un material y no un invento personal. Posteriormente, acabó pasando a Japón alrededor del siglo VI donde no solo se integró la técnica, sino que se consolidó, haciéndola propia y convirtiéndola en una tradición.

La llegada a Occidente puede datarse en el s. XIII con los viajes de Marco Polo y su importación del invento del papel, aunque muy probablemente la cultura árabe tuvo contacto previo a este momento y, asociado a la difusión del papel, se desarrollaron las técnicas de plegado y su uso, no solo para realizar figuras, sino también diseños más complejos, como los que adornan los edificios árabes.

De aquella tradición igualmente surgió todo un complejo conocimiento matemático relacionado con la geometría, con múltiples teoremas que explican las bondades de un tipo de diseño, el número de pliegues máximo y el cálculo de resistencia de una material tan endeble que puede hacerse enormemente resistente simplemente jugando con los pliegues.
El origami ha pasado de ser una erudición o una excentricidad alimentada por personas cultivadas como Unamuno o personajes inquietantes como el detective Gaff de Blade Runner

Además del origami clásico existen algunas derivadas como el origami modular, también llamado Kusudama, que utiliza varios elementos de papel para realizar figuras más complejas. En este ocasionalmente se puede usar adhesivos. Otro estilo es el Teselado, que integra piezas a modo de rompecabezas entrelazadas entre sí y que generaría un entretejido complejo.

El origami tiene una utilidad ornamental, si se quiere filosófica, permitiendo potenciar una habilidad manual y, al tiempo, un desarrollo espiritual. Algo parecido a la cultura de los bonsáis: influir en la personalidad cultivando pequeñas tareas manuales.

Sin embargo el origami, también se ha usado como herramienta en psicología y pedagogía, ya que fomenta la creatividad, favorece la autoestima y mejora tanto la habilidad manual como la capacidad de concentración. Todos estos elementos pueden ser de mucha utilidad en patologías con trastorno de la atención (TDAH) y en programas de rehabilitación en personas que hayan sufrido un ictus o lesiones de otros tipos en manos o brazos.

La razón para hablar de origami es que esta técnica centenaria, pensada para serenar y cultivar la paz interior, pensada por tanto para la distracción de la mente, tiene enormes aplicaciones en el campo de la Tecnología y también de la Medicina.

Esto se debe a que el plegado permite un enorme ahorro de espacio para el transporte o almacenamiento de materiales y estructuras que posteriormente se puedes desplegar para dar una utilidad completa.
Así los paneles solares de los satélites de lanzan al espacio plegados extendiéndose cuando llegan a su órbita definitiva o algunos sistemas de soporte o almacenamiento permiten generar estructuras firmes de algo mucho menos fuerte, como es una simple lamina de material.

También se emplea en algunos implantes en medicina como los stent para estenosis vasculares, esofágicas, bronquiales o de otro tipo, diminutas maravillas de la ingeniería que, tras ubicarse en el punto de estrechez, facilitan la reapertura de la circulación.

En suma, de nuevo la Ciencia y el Arte se encuentran y aprovechan sus múltiples puntos de acuerdo. Lo bello puede ser muy útil, así como lo útil puede ser perfectamente bello. Las creaciones humanas tienen esa gran virtud: poder aunar ambas cualidades sin romper su equilibrio interno.
interesantisimo, gracias
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