La vida y sus mecanismos, de los simples a los complejos, se acompañan de experiencias dolorosas. Tiene sentido, pues el dolor en gran medida es un mecanismo de alarma complejo que se activa de una forma multifactorial y que involucra multitud de receptores, vías sensitivas e interacciones neuroquímicas.
Muchas mujeres, una de cada tres, registra dolor en la ovulación, un proceso imprescindible para la vida y, más concretamente, para la fertilidad de las mismas.
Pero ¿por qué se produce? ¿cómo se percibe? ¿dónde se localiza? Intentaremos responder a estos interrogantes desde el respeto a profesionales y pacientes que conocen y sufren este cuadro en primera persona.
La reproducción humana está basada en la producción de gametos, células con la mitad del material genético que, uniéndose a la otra mitad, constituyen el zigoto y embrión de una nueva vida.

La producción de estos óvulos viene determinada desde el nacimiento, teniendo en el ovario un número muy importante pero limitado de estas células (unos 7 mill de óvulos que finalmente acabarán siendo muchos menos por diversos procesos de reabsorción) que irán madurando de una forma progresiva y periódica, permitiendo la maduración de un único ovulo en un complejo folicular, quístico, acompañado de otras células.
Tras desarrollarse por mor de la confluencia hormonal permitirá la apertura de dicho folículo y su desagüe a las trompas de Falopio que, en un maravilloso baile, abrazan al ovario para recogerlo y facilitará que migre hacia el útero. En la migración se encontrará con esos otros navegantes y cuando se fusionen darán lugar al nuevo ser.
La salida del folículo del ovario se manifiesta con dolor, como una punzada en la fosa iliaca que sucede alrededor de dos semanas antes del ciclo menstrual. A este cuadro se le ha bautizado también con el término alemán “mittelschmerz”, literalmente “dolor en el medio” (del ciclo).

El dolor de la ovulación es de tipo cólico agudo o leve, y se siente en el lado del abdomen donde el ovario libera el óvulo, que suelen alternarse en el turno a la hora de madurar un folículo con su correspondiente óvulo, aunque a veces la maduración puede ser aleatoria y no con turno fijo. Suele asociarse a discreto sangrado o secreción vaginal. Algunas personas lo perciben de forma habitual y en otras no aparece en todas las ovulaciones. Suele ser poco intenso y de corta duración, aunque algunas personas pueden sentirlo de forma más intensa y duradera, horas o incluso días.

La explicación más plausible del dolor de la ovulación es la presión del crecimiento del folículo que rompe la membrana del ovario y que se ha evidenciado por ecografía y recientemente también mediante laparoscopia. Esto coincide con el pico de hormona luteinizante (LH).
¿De qué manera se puede tratar este dolor? Muchas veces, por su escasa intensidad y duración, no precisa tratamiento o las pacientes no lo buscan.

Se han empleado medidas físicas como el calor o medicamentos analgésicos menores, como el ibuprofeno o el desketoprofeno como primera respuesta y, a veces, precisa tratamiento hormonal para detener la ovulación, aunque es muy conveniente la consulta con profesionales de la salud para completar el diagnóstico.
Sin embargo, la explicación del dolor se suele atribuir a la tensión del folículo, que puede crecer hasta dos centímetros de diámetro y la respuesta inflamatoria ocasionada está producida por la liberación de prostaglandinas. Tomar dosis altas de medicamentos antiinflamatorios contra el dolor antes de la ovulación puede impedir que ésta se produzca.
Una segunda explicación del dolor sería la liberación de sangre al peritoneo en este proceso. Y una tercera causa, aunque más peregrina, serían los espasmos en las trompas o útero, si bien parece muy poco probable.
El dolor de ovulación, como en otras patologías, es una experiencia personal y por tanto rodeado de la subjetividad que se asocia a cada persona. Se describe como incomodidad, repleción, cólico que suele ser tolerable y, ocasionalmente, puede ser severo.

Aunque la tendencia a la hora de hacer un diagnóstico de dolor abdominal bajo, con irritación peritoneal en mujeres en edad fértil, suele llevarnos a descartar problemas ováricos, tubáricos o relacionados con ciclos hormonales, hay otras causas que debemos tener presentes para descartar y evitar su agravamiento.
Una apendicitis, adenitis mesentérica, un embarazo ectópico o complicaciones con un quiste ovárico pueden tener sintomatología similar al cuadro que nos ocupa, si bien en estas otras patologías tiende a ser más intenso e inesperado. Cuadros como éstos además precisan tratamiento médico inmediato.
El dolor pélvico continuo suelen ser indicador de problemas más graves: infecciones como la enfermedad inflamatoria pélvica o inflamaciones como endometriosis; todas ellas requieren atención y tratamiento médico especializado por parte de unos profesionales experimentados.
Las personas que tienen quistes ováricos múltiples con folículos que crecen desproporcionadamente y pueden romperse suelen tener dolor de forma regular. Las rupturas de quistes ováricos son similares a la ovulación, pero están asociadas a la ovulación irregular, involucran quistes excepcionalmente grandes y tienden a ser más fuertes.

La vida y sus mecanismos se asocian a dolor. Tanto la ovulación como la menstruación son procesos fisiológicos normales que se asocian a molestias que, aunque sean diagnosticadas y menos graves, causan un malestar regular a las personas afectadas y alteran su vida normal.
El diagnóstico debe seguirse de un tratamiento suficiente que permita a la mujer hacer una vida normal. La conciencia del problema y la orientación de un/a profesional de la salud es algo no sólo recomendable, sino también imprescindible.