Nuestro universo está constituido de materia y energía en continuo contacto e interacción. Las religiones primero, y la física después, se han afanado en explicarnos esta dialéctica entre un tipo de fenómeno y otro, y con ello el porqué de las cosas.

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Si el sol calienta nuestro planeta es por la emisión de energía en forma de radiaciones infrarrojas, visibles y ultravioletas, rayos gamma etc., pero esa energía se produce como consecuencia de inconmensurables procesos químicos en los que la materia, los gases, los elementos químicos del sol (hidrógeno, deuterio, tritio, helio), reaccionan y se fusionan, liberando en esa cadena todo el ingente caudal energético hacia todo lo que le rodea.

La materia del Sol, la masa solar, tiene además otra interacción que aceptamos, aunque no siempre se entienda con claridad: la fuerza de la gravedad, la razón por la que los cuerpos se atraen en el espacio.

La materia y la energía lo son todo en el universo y también en nuestro planeta, en los objetos inanimados y en los seres vivos.

Toda esta introducción viene a explicar la razón de nuestra existencia: los delicados procesos electroquímicos que se desarrollan simultáneamente en los billones de células de nuestro organismo permiten el sostenimiento de su compleja estructura.

Cada unidad celular tiene unas características físicas, una materia, proteínas, lípidos, hidratos de carbono, fluidos que la componen y una energía en forma de diferencias de potencial eléctrico, como consecuencia de rotura de enlaces químicos y con forma también de calor.

Esa materia, esa energía, es nuestra vida. Por eso ante una parada cardiorrespiratoria se intentan restablecer precozmente esos procesos mediante la aportación de una energia externa suplementaria.

Esa energia son las compresiones que se hacen en el centro del tórax sobre el esternón, intentando empujar 5-6 cm hacia dentro apoyando el talón de la mano con ambas manos enlazadas.

Colocación Masaje Cardíaco

Por eso abrimos la vía aérea e insuflamos aire a presión para que llegue a los alveolos y el oxígeno pueda pasar a la sangre. Por eso pedimos un desfibrilador para utilizar una fuente de energía intensa y súbita alrededor del corazón.

La energía de nuestros brazos puede mantener viva a la víctima, pero la recuperación de la parada pasa por un choque eléctrico si el ritmo del corazón lo precisa. La mayoría de las paradas debutan con fibrilación, por eso tiene todo el sentido alcanzar este aparato y colocarlo tan pronto como se pueda.

La cantidad de energía del desfibrilador externo automatizado (DEA o DESA, según nomenclaturas) la aporta el aparato sin consultarnos, solo nos pide analizar el ritmo y que apretemos el botón tras carga. Cuando el desfibrilador es manual, en cambio, se aconseja una energia de 200 julios, si es bifásico o, 360 julios, si es monofásico y, en todo caso, ante la duda la máxima que pueda dar el aparato.

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Aportamos energía térmica en caso de hipotermia o a la hora de trasfundir sangre o fluidos fríos. Sin embargo, la energía más importante en situaciones como ésta es la motivación, la actitud alerta y disponible de ayudar a otros, acercarse y comprobar la respuesta y la respiración, solicitar ayuda y desfibrilador y realizar compresiones de alta calidad sin interrupciones en ciclos de 30 a 100-120 por minuto.

La energía del reanimador al acercarse y la del reanimador al comprimir es la suya propia, la cual, convertida en energía cinética positiva, mantiene viva a la otra persona por transferencia directa de una a otra.

La intervención precoz puede hacer que un pequeño síncope vasovagal en una escalera se solucione con decúbito respiración y vigilancia en vez de apnea, convulsión, parada y quizá alteraciones cardiacas y neurológicas severas.

Usando un ejemplo automovilístico, con esta la batería de una persona a la de otra o empujar el coche (o la persona) permite activar el funcionamiento automático del motor que luego quizá necesite una revisión cambio de circuitos e incluso de batería (pero el coche al menos llega a tiempo al taller, en los casos que nos ocupan, a un centro sanitario).

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Como todo en la vida, la pericia para usar la energia se aprende y desarrolla practicando. Realizar cursos de Reanimación debería ser un contenido de la formación de los programas de enseñanza secundaria y debería tratar de concienciar y formar a toda la población.

No basta con tener un desfibrilador en un armario bajo llave, debemos conocer su manejo, su localización y que hacer mientras lo conseguimos.

Una interesante sugerencia que hemos comentado en el último curso de Soporte Vital de la SEDAR y ERC en Madrid: si los desfibriladores en entornos públicos, al activarse conectaran con el servicio de emergencias como hacen los ascensores, podría ganarse un tiempo muy valioso en situaciones donde los minutos pueden suponer un desenlace feliz o fatal.

Publicado por Dr. Alfonso Vidal

Director de las Unidades del Dolor del Hospital LA LUZ (Madrid) y del Hospital SUR (Alcorcón, Madrid). Grupo QUIRÓNSALUD Profesor de Dolor en la Univ. Complutense Madrileña

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