Las palabras no solo expresan los conceptos, nuestros pensamientos. Las palabras probablemente sean los pensamientos mismos, algo que entronca el pensamiento religioso y mágico con la ciencia.

Al igual que las palabras en sí mismas pueden ser algo material, tangible, sagrado y, además, ser vehículo de información, un fenómeno dual, como la luz: energético y a la vez corpuscular.

La palabra Albarelo, de origen persa [Al-Barani] y cuyo significado es “el vaso de las drogas”, en castellano designaba los tarros de las farmacias tradicionales. Hechos generalmente de porcelana, primero llenaban y almacenaban las diversas sustancias curativas, y ahora más bien son ornato en laboratorios, apotecas, oficinas públicas o domicilios particulares.
Paralelamente explican la historia de la farmacia en museos, como el de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense, fruto del trabajo del profesor Rafael Folch, promotor y fundador y de su hijo, Guillermo Folch Jou, que fue su director hasta su fallecimiento en 1985.

Más aún, droga también parece tener un origen árabe, del término “Hatruka”, literalmente charlatanería, pero que designaba el extracto seco de las plantas y principios terapéuticos que se emplearon en esa incipiente farmacopea que en gran medida la cultura árabe importó y perfecciono de los conocimientos de lejano oriente y de su propia experiencia.
Así pues, los Albarelos, esos tarros de las esencias, son los fieles representantes de esa historia de las medicinas y son, no solo el recipiente y su belleza y utilidad, el continente, sino también y, sobre todo, el contenido, las esencias sanadoras.
Es curioso cómo la suma de todos esos recipientes, el arsenal terapéutico primitivo y moderno, constituya otro término no menos curioso y atractivo, el Botamen, el conjunto de todos los medicamentos y principios útiles para la sanación.

Botamen lógicamente tiene la misma raíz que Botica, nombre tradicional de las oficinas de farmacia, donde los boticarios ejercen su oficio y, de alguna manera, su magia, mezclando la dosis adecuada con el conjunto de principios recogidos, procesados y almacenados cuidadosamente en los albarelos.

Botica tiene el mismo origen que otro término que almacena sustancias con capacidad para interactuar sobre la conciencia, el estado de ánimo y, también, el metabolismo hepático: las Bodegas, lugares donde se almacenaban y almacenan, procesan y obtienen otras sustancias de uso habitual en nuestra sociedad.

Los espacios mágicos, llenos de esencias y extractos, donde el milagro de la sanación se producía merced a la miscelánea de la fórmula secreta y por mor de la pericia del boticario, han evolucionado a centros donde el rigor científico, la dosis exacta, el orden estricto y el procesado de los principios activos son la base del éxito, la ciencia y el rigor metodológico.

Hay una última, y no menos sorprendente, semejanza y paralelismo de los términos y los conceptos. Decimos cuando alguien despunta y demuestra toda su valía, que “ha destapado el tarro de las esencias”. Pese a tener una reminiscencia poética, incluso folclórica, la idea que transmite es una constante del mundo clásico y actualmente de la ciencia moderna: la mayor parte de los elementos sanadores que podemos conseguir se encuentran en nuestro interior.

Nosotros somos el motor de sanación imprescindible en cualquier enfermedad, tanto por nuestra propia naturaleza, por los diferentes agentes activos, factores proinflamatorios interleukinas, ciclooxigenasas, receptores NK1 u opioides, como por la voluntad y el tesón en la búsqueda de la solución.
Somos agentes terapéuticos para nosotros mismos y para los demás y podemos presumir de esta capacidad benefactora cierta en nuestras actitudes y en nuestra bioquímica.
Desde la mano amiga, al consejo terapéutico o la donación de sangre o tejidos, el tarro de las esencias de otros o el nuestro propio puede ayudar y ayuda sin duda.

Como hemos afirmado en muchas otras ocasiones el secreto de la salud y del alivio del dolor, sobre todo, está en el interior de cada uno y, a veces, en el interior de los que están contigo.
Me ha encantado reconocerme como un Albaranil y Botica. En definitiva saber el porqué siempre me he sentido bruja….Es por la magia
Gracias por ilustrarnos
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