En el ciclo de la vida de los seres vivos clasicamente se decía que nacían, crecían, se reproducían y morían. Esta frase hecha venía a expresar la importancia general que se le adjudica a la reproducción entre las funciones del ser vivo.

En el caso de los seres humanos, la sexualidad es mucho más que la mera reproducción. Tiene que ver también con la función de relación, de comunicación con otros humanos y con la secreción de hormonas sexuales que regulan, además de la capacidad sexual, toda una serie de funciones metabólicas y de soporte.
Los estrógenos, progesterona y testosterona son las hormonas más importantes para el mantenimiento del deseo sexual. Algunas enfermedades y tratamientos afectan negativamente a su secreción y el déficit de alguna de estas hormonas sexuales puede causar disfunciones sexuales en hombres y mujeres.


Las disfunciones sexuales afectan a la vida personal y de relación de manera muy importante. Precisamente por ser una práctica voluntaria, íntima y con una frecuencia variable en función de las circunstancias personales, muchos pacientes no preguntan expresamente, ni manifiestan sus trastornos, salvo que sean interrogados en ese sentido.
Muchas veces, apenas realizan una conducta de evitación de la sexualidad, cronificando o haciendo más severo el problema.

La sexualidad activa diversos circuitos hormonales importantes en la salud humana, por lo que la práctica del sexo se convierte en un hecho positivo para esta, tanto física como emocionalmente.
El deseo libera feromonas, que favorecen la atracción sexual, y adrenalina, que aumenta la frecuencia cardiaca y estimula la circulación sanguínea. La excitación se acompaña de secreción de endorfinas de manera creciente hasta alcanzar el orgasmo, y también de oxitocina. Todo ello redunda de forma beneficiosa sobre el organismo.

La adrenalina liberada durante el acto sexual mejora la función miocárdica (como un entrenamiento deportivo), ayuda a prevenir las enfermedades cardíacas al aumentar el grado de oxigenación de la sangre, favorece la frecuencia cardiaca hasta valores similares a los del ejercicio, consumiéndose 150 y 250 calorías por acto sexual (aproximadamente lo mismo que en media hora de marcha a buen ritmo). Las personas que mantienen relaciones sexuales regularmente (más de tres veces por semana) pueden reducir su riesgo cardiovascular en un 50%.
Asimismo, las endorfinas ayudan a regular el sueño, generan euforia, producen sensación de bienestar y aumentan tolerancia al dolor, mientras que la oxitocina lo puede calmar e induce un aumento de serotonina y dopamina, implicados en el buen humor y el bienestar y cuyo déficit es causa de depresión. Así a la oxitocina se le han atribuido beneficios en la prevención de cánceres de mama y genitales. La eyaculacion de cuatro o más veces a la semana puede reducir el riesgo de cancer de próstata.

Otras hormonas aumentan su nivel en el organismo (hasta cinco veces) durante el acto sexual como la hormona del crecimiento, las inmunoglobulinas, que mejoran el tono y fuerza muscular o la capacidad defensiva frente a infecciones.
Por eso, como primera medida terapéutica, es conveniente chequear este aspecto de la salud en los pacientes con dolor.
Pacientes con dolor vertebral, lumbociatalgia, dolor perineal, coxigodinia, cistitis intersticial, fibromialgia, suelen incluir entre sus manifestaciones esta alteración de sus relaciones, pero artrosis, osteoporosis, artritis de todo tipo y neuralgias de trigémino o neuropatías diabéticas o neuralgias postherpéticas también añaden a sus limitaciones las que se relacionan con la práctica sexual.

El dolor durante el coito, la dispareunia, también puede aparecer en muchas enfermedades y alterar completamente la vida de relación. Aunque no sea el único dolor, ni el más intenso, tiñe de negro todo lo que tiene que ver con las relaciones sexuales.
Los Tratamientos: antidepresivos, antiepilépticos, benzodiacepinas y opioides usados hasta la saciedad en nuestras unidades, disminuyen el deseo y muchas veces la sensibilidad o la potencia sexual o el vigor de la erección.

Corregir estos problemas precisa detectar si hay alguna interacción farmacológica y sustituir el fármaco por otro que genere menos secundarismos, pero la colaboración estrecha con ginecólogos, urólogos y sexólogos, y la complicidad de la pareja y el entorno familiar es esencial.
TIENES MUCHA RAZÓN EN TODO LO QUE DICES EL PROBLEMA ES CUANDO NO TIENES PAREJA Y NO LA ENCUENTRAS Y LLEVAS AÑOS SIN RELACIONES SEXUALES, QUE PASA ENTONCES?
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La masturbación solo podría sustituir de alguna forma la creación de esas sustancias. Pero claramente dependemos, de otros factores como notar o tener algún estimulo afectivo. que genere un aumento de todas y ser realmente más efectivo..»encontrar» una pareja no es fácil y más que sea sentimientos reales. en que punto se quedaría este caso: ¿seria suficiente durante un periodo la masturbación?. ¿Podríamos generar una relación platónica junto con la masturbación para compensar?
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