En la conocida saga de novelas de “fantasía heroica”, “Canción de hielo y fuego”, George R.R. Martin, describía una realidad jerarquizada en la que cada sujeto tenía una personalidad y también un papel en una estructura de poder llena de intrigas y luchas intestinas.
La novela obtuvo el reconocimiento de mejor novela fantástica de 1997, y fue llevada a las pantallas como serie de TV de gran éxito, “JUEGO DE TRONOS”, combinando acontecimientos verosímiles y fantásticos al más puro estilo de otros clásicos como Tolkien.

En ese mundo de ficción, la figura de la persona de máxima confianza del Rey, el Primer Ministro, el Canciller, el Valido, se designaba con el cargo de Mano del Rey, distinguido con una insignia.


Esta mano era la que en última instancia ejercía la autoridad de administrar justicia y dictar sentencias y también ejecutarlas, de forma muchas veces escabrosa.

Aunque de esta mano se ha hablado mucho en los últimos años, y de alguna otra voluntariamente separada del cuerpo de su propietario, de la que queremos hablar ahora, porque se ha hablado mucho en los últimos meses es de otra mano y de otro rey.
Se trata de la mano de Su Majestad el Rey Felipe VI, una mano que hemos visto discretamente cubierta por vendajes y férulas, y de la que hemos conocido, a través de los portavoces habituales, que se produjo una lesión, quizá en una actividad deportiva con resultado de daño sobre los huesos del carpo, quizá el escafoides.

La salud del primero de los españoles es noticia cuando hace gala de ella, pero es aún más noticia cuando presenta alguna limitación, algo que no es exclusivo de nuestro país, como pueden atestiguar las británicos.
Lo vimos en la figura de su padre con sus diversas lesiones, fracturas, dislocaciones e intervenciones, y lo vemos también en él, que lógicamente está sometido al riesgo estadístico como todos los ciudadanos.

La razón de hablar de la mano del rey ha sido por la imagen que hemos tenido tras la retirada de férulas y vendajes, una imagen de una mano congestionada, quizá algo amoratada, y que ha levantado algunos rumores sobre la evolución del cuadro de fractura y consolidación de huesos del carpo.

Las lesiones traumáticas normalmente precisan un tiempo de recuperación y reacondicionamiento, no solo funcional, sino también anatómico.

De hecho, las lesiones de los huesos de la muñeca, muchas veces generan cuadros más o menos mantenidos de afectación, inflamación, incluso trastornos circulatorios denominados síndromes de dolor regional complejo, algo que tenemos muy presente en las Unidades de Dolor y en los Servicios de Rehabilitación.

Este cuadro, como ya hemos señalado anteriormente, es un cuadro complejo en el que hay un componente sensitivo y un componente circulatorio que hace complejo su tratamiento analgésico y su rehabilitación.
Precisan estos pacientes, en muchos casos, bloqueos específicos de la inervación simpática, bloqueos de los ganglios simpáticos correspondientes, en el caso del brazo, el ganglio estrellado.

Aunque no tenemos certeza de la causa que desencadena estos cuadros, sí que sabemos que muchas veces están relacionados con inflamación e inmovilización y qué también pueden beneficiarse de evaluaciones anatómicas y revisiones quirúrgicas.
Sea como fuere, existen alternativas terapéuticas que se deben ofrecer a los pacientes precozmente y que entendemos que a Su Majestad le han sido ofrecidas, puesto que la recuperación parece que ha sido satisfactoria.

La mano derecha y la mano izquierda son distintas y tienen funciones no siempre iguales, muchas veces complementarias y, en todo caso necesarias.
Los cuadros de dolor necesitan una valoración temprana, un diagnóstico correcto y un tratamiento precoz, adecuado y continuado, adaptado a la patología y, por supuesto, al paciente.
