A todos nos ha pasado, alguna vez, al entrar a una habitación, al caminar por la calle, que la situación, las imágenes, las cosas que suceden, nos impresionan como vividas, conocidas, como sabidas de antemano.

A esta sensación, se le llama “Deja Vu”, una probablemente falsa impresión de conocer lo que ha sucedido. En alguna distopía futurista como la que se proponía en la película Matrix, se explicaba el fenómeno como un cruce de cables, una especie de cortocircuito en la red de una inteligencia artificial, omnipotente y omnipresente, que esclavizaba a la especie humana empleándolos como pilas de energía mientras experimentaban la ilusión de libre albedrío de trabajar, comer o sentir de forma autónoma.

Mientras no se demuestre ese particular, lo normal es que atribuyamos esa sensación a que los acontecimientos que vivimos, se parecen mucho a otros del pasado.
Cuando los pacientes acuden a nuestra consulta, quejándose de un dolor continuo, intenso, que limita su vida, que le impide ejercer su trabajo e incluso tener muestras de cariño o intimidad con sus familias, que no les deja ni descansar.
Cuando muchos de nuestros pacientes nos dicen que vienen rebotando desde hace mucho tiempo, a veces años, de unos médicos, a otros, de unos dispensarios de salud, a otros, sin que nadie parezca entenderles, y quizá, sin quiera escucharles.

A diario se celebran a bombo y platillo las jornadas internacionales, mundiales o nacionales de determinados problemas o patologías, como la fibromialgia, una enfermedad que afecta a un gran porcentaje de población, cercano al 3%, predominantemente femenina en proporción de cinco a uno, y que se caracteriza por dolor generalizado, que muchas veces cursa en brotes que afecta a todas las esferas de la vida, que convierte en dolorosa casi cualquier actividad, que altera también, el descanso, la digestión, y que se suele acompañar de absoluta pérdida de energía, la llamada fatiga crónica.

Frente a un cuadro como éste y con ocasión del día internacional de la enfermedad, (12 mayo) nuevamente surgen las voces de los afectados y de los profesionales, reclamando atención y recursos.

Y mientras emanen las voces de los responsables sanitarios y administrativos, indicando que se está trabajando en ello, para habilitar una mejora continua en la detección, diagnóstico y atención, llego a la conclusión desalentadora de que vivimos en un continuo deja vu que, desgraciadamente, no da la impresión de que tengamos la capacidad de salir de él.
El bucle se repite una y otra vez y vamos enfilados al fracaso, como Sísifo mientras cargaba con su piedra por toda la eternidad. Como decía Einstein, “es difícil obtener resultados distintos haciendo siempre lo mismo”.

Ojalá que, como en aquella otra mítica película, sobre el día de la marmota seamos capaces, un día, a base de haber repetido 1000 veces las mismas respuestas incorrectas, consigamos hacer un abordaje exitoso de una patología, desgraciadamente, insuficientemente comprendida.

Como insistimos en los cursos de soporte vital, lo primario y más importante para abordar un problema es tener una conciencia de situación, de la existencia del problema y sus repercusiones y de los recursos de los que disponemos.

Parece mentira que la ciencia avance a ritmo super acelerado en algunos aspectos y camine a paso de tortuga en otros. Quizá tendríamos que preguntar a la inteligencia artificial la respuesta a este problema para evitar el prejuicio o el sesgo subjetivo de algunos profesionales y responsables de salud.
Si todos los médicos pensaran como usted, al menos nos dijeran las cosas, nos explicaran los hechos tan claros, como poco a pacientes como yo, nos tranquilizaría/ en consultas, 25 años de dolor crónico persistente. Sin opciones médicas. Larga vida para usted, ( con salud) enseñe empatía y acompañamiento a sus discípulos. Saludos.
Por cierto he leído su libro, esencial para nosotros.
Me gustaMe gusta
Me emocionan sus palabras, son la mejor recompensa que un humilde médico como yo puede recibir de un lector, y motor para seguir esforzándome en esta ímproba tarea. De veras, muchas gracias, Ignacio.
Me gustaMe gusta