El diagnóstico de una enfermedad ha sido durante muchos años un proceso artesanal, meticuloso, basado en la historia clínica.

El paciente acudía al experto, que realizaba un interrogatorio pormenorizado de los síntomas que percibía, la relación de estos con hechos, con gestos, esfuerzos o actividades, identificando además los cambios en localización, intensidad o irradiación de dichos síntomas.

Después, se realizaba una exploración física sistemática de todo el organismo y, en particular, de la zona afecta. Posteriormente, se empleaban elementos tecnológicos de análisis o exploración, físicos o químicos, que detallaban los parámetros analíticos o imágenes internas que pudieran confirmar o descartar la sospecha diagnóstica.
La irrupción de elementos tecnológicos muy potentes puede llevarnos a la tentación de no seguir estos pasos y dejarnos seducir por la fuerza de esos “anillos de poder”, parafraseando a Tolkien, lo que probablemente sea un error, casi siempre.

La historia clínica con la exploración, aporta casi siempre suficientes datos y ahorra tiempo, intervencionismo y costes, lo cual es muy relevante en el momento actual, aunque precisa de pericia, de proximidad y de tiempo, cosa que los grandes gestores de la sanidad tienden a escatimar a pacientes y médicos.
Uno de esos signos que pueden ayudar en el diagnóstico de algunas enfermedades, especialmente las que afectan a los nervios periféricos es el signo de Tinel.

El Signo de Tinel es una prueba consistente en impactar o comprimir de una forma progresivamente intensa el trayecto del nervio mediano a la altura de la muñeca.
Se realiza con el paciente en reposo, con el brazo y antebrazo sobre la mesa de exploración. Entonces el explorador golpea con dos dedos o con un martillo de reflejos sobre el nervio, obteniendo una sensación de hormigueo o irritación en toda la zona de inervación de la mano: 1º, 2º, 3º dedo y cara radial del cuarto. También se ha denominado el Signo del hormigueo.

Se suele asociar al Signo de Phalen, que consiste en la flexión forzada de la muñeca durante un minuto, obteniéndose igual respuesta de hormigueo, dolor o quemazón que con el signo de Tinel.

Ambas pruebas suelen ser positivas en el síndrome del Túnel del carpo. Son sencillas de realizar y sin coste alguno y permiten un diagnóstico de presunción muy positivo, aunque de cara a un tratamiento intervencionista pueda ser necesario realizar un electromiograma de control.

Jules Tinel nació en Francia, en Rouen 1879, de familia de médicos de varias generaciones, estudiando la carrera en París, aunque su trabajo más destacado lo realizó en Le Mans en 1916: «Les blessures des Nerfs» (las lesiones de los nervios)


El signo de Tinel suele aparecer tras una lesión aguda o crónica del nervio, habitualmente tras varias semanas e indica no solo lesión, sino regeneración axonal tras el daño, aunque suele emplearse como indicábamos al principio para el diagnóstico del síndrome de compresión del nervio mediano en el Túnel del carpo.