Nuestro mundo, nuestra sociedad, está completamente trufada de los conceptos científicos, sociales, políticos, religiosos, culturales. Esto hace que muchos ideas, muchas expresiones del ámbito exclusivamente médico o científico se conviertan en términos de uso cotidiano en conversaciones informales de nuestra sociedad.

Todo el mundo tiene una noción aproximada de lo que es un infarto, una apendicitis o una rotura de menisco, aunque muchas veces el concepto sea más o menos ambiguo y con la falta de concreción y rigor que demanda el asunto.

La divulgación científica o la popularización de la ciencia, como gustaba decir a Ramón y Cajal, sirve para difundir estos conocimientos y además aclarar su justo significado, evitando divagaciones o inexactitudes.

El disco vertebral es una estructura circular y aplanada a semejanza de una hamburguesa o lenteja gigante, colocada entre la parte anterior y más solida de las vértebras: los cuerpos vertebrales; que actúa como amortiguador y permite movimientos de flexo-extensión anteroposterior, también lateral y un cierto grado de torsión.

Está compuesto de una parte periférica fibrosa y una central gelatinosa. La externa le da consistencia y la interna elasticidad. Siendo dos partes distintas, actúan de una forma coordinada, permitiendo la flexibilidad de la columna.

Cuando esfuerzos excesivos o súbitos, alteraciones en la alimentación o en la hidratación, o incluso traumatismos, actúan sobre ellos, esos discos pueden descolocarse, dañarse y pueden, por tanto, dar lugar a patología y dolor a ese nivel, sea localizado o irradiado.

Estas alteraciones de los discos vertebrales van desde apenas mínimas degeneraciones discales, hasta pequeños desplazamientos, llamados protrusiones, o grandes desplazamientos, llamados hernias.
Por tanto, llamamos hernia discal a la degeneración, desplazamiento y salida del disco vertebral, casi siempre con lesión y ruptura de su estructura, fuera de su sitio, dando lugar habitualmente a una afectación de las estructuras vecinas.
Se acompaña de inflamación y dolor de las estructuras del canal vertebral: la médula espinal, las meninges, la cola de caballo en los niveles lumbares o también, las raíces y ganglios dorsales que salen de la columna a través de los agujeros de conjunción.


Una hernia con compromiso medular o con afectación radicular casi siempre necesita un tratamiento enérgico, intervencionista, muchas veces bloqueos analgésicos, algunas cirugías de descompresión, liberación y fijación (laminectomía y artrodesis).
Casi todas las lesiones menos importantes se pueden mejorar, incluso resolver con modificación en los estilos de vida, alimentación, tono muscular, higiene postural, etc. Estos son consejos útiles en esos casos y también para la población general, no podemos ni debemos esperar a la aparición de síntomas para potenciar los hábitos saludables.

Encontrar en una prueba de imagen una hernia discal no necesariamente supone patología, pero tener dolor lumbar y encontrar una imagen de hernia discal casi siempre señala a ésta como causa de la misma.
Las pruebas complementarias de imagen, como la resonancia magnética, son excelentes herramientas que nos permiten concretar el origen de un problema pero, como nos gusta repetir “nosotros no tratamos las pruebas complementarias, no tratamos las resonancias, tratamos a los pacientes”, es decir, es la sintomatología, la queja del paciente la que nos hace buscar tratamiento.
Tener una resonancia magnética alterada debe orientarnos en la posibilidad, incluso en la probabilidad, de tener un problema, pero no necesariamente en la necesidad de intervencionismo, al menos intenso.

Nuestra actitud en la vida y también en la medicina es la prudencia y la prevención. Recuerden que casi siempre “se consigue más con tenacidad en el ejercicio y en los cuidados, que con intensidad” en los tratamientos curativos.