Una vez más, no es la primera, ni será la última, nos encontramos con una noticia más que prometedora en relación con el tratamiento del dolor. Igual que en algunas sagas míticas del cine, la esperanza es un factor de resistencia y motor de cambio.

El laboratorio Vertex Pharmaceutical ha desarrollado un producto, que inicialmente se etiquetó como VX548 y que ha completado la fase III de ensayos clínicos, necesaria para comercializar un nuevo remedio para el tratamiento del dolor.

Un medicamento que tendría su actuación en un sitio distinto de los analgésicos que empleamos actualmente: ni sobre la cicloxigenasa, como actúan los antiinflamatorios, ni sobre los receptores opioides, como actúan la morfina y sus derivados.

Este medicamento se va a denominar suzetrigina y su nombre vendría a derivarse del prefijo “sooth”, que en castellano significa “aliviar”.

Este fármaco produciría un bloqueo de los canales de sodio 1.8 directamente implicados en la transmisión de los impulsos dolorosos. Los canales de sodio son unas estructuras que atraviesan la membrana de las células, permitiendo el paso de forma selectiva del ion Na+, lo que activa el potencial de acción de la célula y da lugar a la transmisión del dolor.

La transmisión nerviosa está mediada por una interacción física/química que producen los estímulos dolorosos sobre los receptores del dolor y, posteriormente, sobre las neuronas que transmiten ese dolor mediante unas fibras de conducción, activadas por esos interruptores que son los canales de sodio.

Si somos capaces de bloquear esos canales, la transmisión del impulso doloroso se reduce o se suprime. Así es como funcionan los anestésicos locales y algunas otras sustancias, como algunos antidepresivos o antiepilépticos.

La novedad fundamental de este mecanismo es la posibilidad de su administración por vía oral y la selectividad, en su lugar de acción, lo que evitaría los efectos secundarios que se asocian a esos otros principios activos: desde somnolencia a bloqueo cardiaco que producen todos los tipos de canales de sodio.

La investigación farmacológica básica y clínica requiere, no solamente un esfuerzo de innovación intelectual, sino un grandísimo esfuerzo de inversión económica, pues muchas de las posibles soluciones o moléculas que se investigan, finalmente, no pueden utilizarse por toxicidad o complicaciones de otro tipo.

Cuando un laboratorio decide investigar estas moléculas, está haciendo un gran esfuerzo, un salto al vacío, algo que es muy de agradecer y que, probablemente, está motivado por el afán de ayudar, pero lógicamente también por el afán de obtener un rendimiento económico a dicha investigación.

Desde mi punto de vista es legítimo que un esfuerzo importante en inversión e investigación se le compense con una tarifa justa, aunque esta tarifa no necesariamente la tiene que pagar de una forma exclusiva el afectado.

Para eso existen los mecanismos de colaboración entre los laboratorios privados y los gobiernos o entidades públicas, para asumir el riesgo y el coste de la inversión, a cambio de minimizar la traslación de esos costes en el precio final de los medicamentos comercializados.

Esto también se podría abordar aumentando el tiempo que actualmente tienen los laboratorios para la comercialización en exclusiva, alargando el plazo de amortización de las inversiones realizadas o exigiendo a aquellos otros laboratorios que comercializan medicamentos genéricos, en segunda intención, contribuyan en ese esfuerzo de inversión inicial para poder comercializarlos posteriormente.

Sea como fuere, es muy de agradecer la aparición de un medicamento que probablemente venga a ayudar de forma muy importante patologías que actualmente tienen un mal control, como aquellas que afectan al sistema nervioso (neuropatías, neuralgias…) o cuadros mixtos de irritación nerviosa. El tiempo dirá cuál es el alcance de la eficacia de esta nueva sustancia.

Otro factor a tener en cuenta es que el lanzamiento de este medicamento está finalmente sujeto a la aprobación de las autoridades sanitarias de cada país, y este trámite administrativo necesita igualmente un tiempo añadido.

Una vez más el sustantivo PACIENTES ha de conjugarse con el adjetivo, y ambos deben definir no sólo nuestra posición como afectados, sino también nuestra actitud a la hora de esperar una nueva propuesta farmacológica que a priori suena esperanzadora.

Publicado por Dr. Alfonso Vidal

Director de las Unidades del Dolor del Hospital LA LUZ (Madrid) y del Hospital SUR (Alcorcón, Madrid). Grupo QUIRÓNSALUD Profesor de Dolor en la Univ. Complutense Madrileña

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