Una de las diferencias esenciales entre los sistemas biológicos, los seres vivos y los objetos inertes, es la capacidad de autoreparación o regeneración.

Tanto las células individuales, como los organismos pluricelulares, tienen la capacidad de redistribuir sus moléculas, recolocarlas o fabricar nuevas piezas, que luego pueda colocar en los sitios donde necesita.

Todos sabemos que cuando nacemos tenemos unas características físicas que se van modificando a lo largo de la vida en un proceso dinámico en el que llegamos a un techo alrededor de los 30 años, y vamos perdiendo capacidad a partir de esa edad hasta el final de nuestros días.

Igualmente, sabemos que cuando se produce una herida o incluso cuando tenemos una fractura en un hueso, las células y tejidos de nuestro cuerpo de una forma automatizada producen una reparación que, aunque no sea completamente perfecta, sí que es más que suficiente para restablecer el aspecto y funcionalidad de la estructura, quizá con una cicatriz, más o menos llamativa.

Precisamente por el conocimiento de esos mecanismos, los investigadores vienen trabajando en soluciones que faciliten o incluso produzcan la regeneración.

El uso de plasma rico en plaquetas como factor regenerativo o la utilización de las células madre obtenidas de tejidos mesenquimales, médula ósea, células de la grasa, del bulbo olfativo, del cartílago de la oreja o de cordón umbilical, son una línea de investigación muy esperanzadora para conseguir mejorar la capacidad de órganos o tejidos que puedan estar parcialmente afectados.

Es una expectativa muy ilusionante pero, desgraciadamente, hoy por hoy no es una solución completa todavía.

La investigación no ha avanzado lo suficiente como para hacer que nos crezca un brazo amputado o para restablecer o reemplazar un hígado dañado por otro cultivado en un laboratorio a partir de células del propio paciente o incluso de un donante

La utilización de Plasma Rico en plaquetas a nivel intraarticular o discal, o de células madre también en los discos vertebrales, es un trabajo de investigación que en un futuro creo que nos dará muchísimas alegrías y evitará otro tipo de tratamientos intervencionistas mucho más agresivos y cargados de efectos secundarios, como son las fijaciones vertebrales o incluso las prótesis articulares.

Vivimos en el mundo que tenemos, no podemos olvidar el pasado, tenemos que mirar con esperanza e ilusión el futuro, pero sobre todo tenemos que vivir el presente y emplear de la manera más eficiente y con menos riesgo las estrategias terapéuticas de las que disponemos, conociendo su enorme capacidad y también sus límites.

Esto sirve para todos los ámbitos de la vida y también se puede aplicar a la ciencia médica y a los profesionales que la ejercemos: todo tiene un límite y es necesario ser honesto en la información para evitar falsas expectativas.

Un último comentario a propósito del protagonismo de los pacientes. Nuestros pacientes son el centro de nuestra actividad y, por tanto, nuestro trabajo y nuestra investigación deberían estar centradas en sus necesidades y preferencias.

Pero también debemos pedir a los pacientes el esfuerzo del autocuidado y la continuidad en el mismo. El mantenimiento de unos hábitos de vida saludables en descanso, alimentación, ejercicio, incluso en actitudes y pensamientos, es la parte del tratamiento que el paciente debe hacer de una forma irrenunciable, orientado y apoyado por los profesionales, comprendido y soportado, también, por los familiares y el entorno.

Quizá en el futuro seamos capaces de generar tejidos a medida, llave en mano y las bioimpresoras generen un órgano, una columna vertebral o un cerebro a la medida de nuestras necesidades Mientras llega el futuro, disfrutemos del presente que, como su nombre, indica es un regalo.

Publicado por Dr. Alfonso Vidal

Director de las Unidades del Dolor del Hospital LA LUZ (Madrid) y del Hospital SUR (Alcorcón, Madrid). Grupo QUIRÓNSALUD Profesor de Dolor en la Univ. Complutense Madrileña

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