El síndrome de Guillain-Barre es un cuadro de instauración progresiva, caracterizado por pérdida de fuerza y hormigueos, que pueden distribuirse en general en miembros superiores inferiores, aunque suele ser más habitual en miembros inferiores con progreso ascendente.

Fue descrito por primera vez en un militar francés del cuerpo de Húsares de 25 años de edad, hospitalizado el 25 de agosto de 1916, tras una debilidad progresiva y hormigueo en las extremidades.

El doctor George Guillain trabajó en el Hospital Pitié-Salpêtrière de París y posteriormente pasó a dirigir el centro de neurología del ejército francés durante la I Guerra Mundial.

El Dr Jean Alexander Barre, coprotagonista de nuestro post, coincidió con el Dr Guillain en el Hospital Salpêtrière de París, donde fraguaron amistad. Años después volvieron a encontrarse en la Unidad de Neurología del Ejército, donde sirvieron juntos, esta vez a sus órdenes.

Ambos se interesaron por el cuadro que describió por primera vez otro ilustre médico francés, Jean Baptiste Octave Landry en el final del siglo XIX, señalando los síntomas de la enfermedad.

Este tipo de cuadros inicialmente se interpretaron como neuritis infecciosas, con afectación de la mielina, produciendo pérdida de sensibilidad al calor, al tacto y al dolor, y parálisis progresiva.

Es un cuadro desmielinizante, relacionado con una alteración en el sistema inmune, una afectación que suele desencadenarse después de una infección viral que, de forma inespecífica, produce una activación y alteración de este.

Son varios los virus que se han relacionado con su aparición, como el virus de la Influenza, Citomegalovirus, virus de Epstein Barr, el de la Hepatitis, del Sida, Linfoma de Hodgkin, Coronavirus, el virus Zika e incluso, con vacunas como las de la gripe o vacunas infantiles.

Aunque todos estos factores se han relacionado con el desarrollo de la enfermedad, aún tenemos muchas incógnitas sobre su etiología y fisiopatología. Puede afectar a hombres y a mujeres con predominio en los varones, y la incidencia se incrementa con la edad.

Suele comenzar en miembros inferiores, como piernas y pies, aunque puede diseminarse en la parte superior del cuerpo. La debilidad que se produce puede llegar al punto de una pérdida absoluta de capacidad, de una parálisis, lo que genera una alteración de la marcha e incluso la incapacidad completa.

Esta distribución puede afectar también a otros territorios, como miembros superiores, incluso a los músculos de la cara y/o de la órbita ocular, alteraciones en la vejiga o en el ritmo intestinal y, en los casos más graves, hasta dificultades en la respiración.

El cuadro sistémico y florido puede llegar a ser una urgencia que precise incluso el ingreso hospitalario y la atención con soporte vital.

Desde nuestro punto de vista, algunos pacientes desarrollan un cuadro de afectación y de pérdida de capacidad que puede cronificarse, dando lugar a cuadros de dolor sistémico, especialmente en miembros inferiores y también alteraciones severas del equilibrio y de la marcha.

Asimismo, desarrollan cuadros de dolor neuropático que no siempre responden de manera favorable a tratamientos.

Nabil, nombre ficticio de nuestro paciente problema, acudió a nuestra unidad del dolor tras percibir un cuadro de pérdida progresiva de capacidad tras la infección con coronavirus y que fue diagnosticada por él mismo que, además de paciente, era médico y traumatólogo para más señas.

Acudió a nuestra consulta al percibir que el cuadro no solamente le producía una pérdida de capacidad, sino una alteración en su sensibilidad, con dolor mantenido en ambos miembros inferiores, con el diagnóstico de certeza realizado y un tratamiento de base con inmunomoduladores. Añadimos tratamiento con Amitriptilina y Tramadol, que mantuvimos con dosis variables, según la demanda, durante prácticamente seis meses.

En todo ese tiempo, la discapacidad fue desapareciendo progresivamente, aunque no se resolvió del todo, pero el dolor remitió lo suficiente como para permitirle hacer su vida normal. El caso de Nabil para nosotros fue una lección de medicina, pero sobre todo de vida, por su presencia de ánimo y actitud positiva.

En ningún momento le perdió la cara al problema y nos lo describió con una elocuencia y exactitud digna de un tratado de medicina que sólo puede hacer aquél que tiene el conocimiento del problema, desde dentro y desde fuera. Los médicos pacientes son los elementos clave para entender muchas veces los problemas de una forma global.

Muchas gracias querido Nabil y muchas gracias a tod@s nuestr@s pacientes que, cada día, nos enseñan, no sólo los síntomas y la penosidad que les producen, sino la mejor manera de ayudarles a resolver sus problemas y los de much@s otr@s.

Publicado por Dr. Alfonso Vidal

Director de las Unidades del Dolor del Hospital LA LUZ (Madrid) y del Hospital SUR (Alcorcón, Madrid). Grupo QUIRÓNSALUD Profesor de Dolor en la Univ. Complutense Madrileña

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