Uno de los cuadros dolorosos más estudiado, más temido y más interiorizado en el inconsciente colectivo es el dolor dental, probablemente porque aparte de tener unas características específicas de irritación típicas del dolor neuropático, como es la sensación de fulguración o la sensibilidad extrema a los cambios de temperatura, es un cuadro del que prácticamente todo el mundo tiene alguna experiencia.

Los dientes, encías, mandíbula, paladar, glándulas salivales, lengua, son estructuras ricamente inervadas por los nervios craneales, trigémino, facial, hipogloso y glosofaríngeo, y son fuente de multitud de cuadros de dolor, de simple a complejo.
Sin embargo, el dolor dental, aquel producido por la lesión del esmalte dental y de su inervación, constituye uno de las patologías más padecidas y estudiadas por el ser humano, hasta ser el motor del descubrimiento de la anestesia quirúrgica en el final del siglo XIX de la mano de Wells, Morton y Davy (cuyas figuras se vieron maltratadas en lo personal por el destino).



La observación de la naturaleza y del uso de agentes gaseosos con fines recreativos llevó a valorar la posibilidad de aplicarlos a la salud. El uso de gases hilarantes, sedantes y anestésicos, contribuyó decisivamente al progreso de la medicina y la cirugía, y acabó de un plumazo con la asociación cirugía-dolor, una pareja “de hecho” en toda la historia anterior de la humanidad, quizá uno de los inventos más relevantes junto con los antibióticos en la historia de la ciencia médica.
La inclusión en el arsenal terapéutico de los derivados de la cocaína, alcaloide extraído de las hojas de coca e importado de Suramérica por los españoles y depurado y estudiado por Halsted y Hall (también de triste final) dibujó un panorama de atención al dolor dental muy lejos de la leyenda del Far West o las películas de terror, acercándolo a la realidad de nuestros días.

Dentista no es igual a dolor, ni siquiera angustia y sufrimiento. Esto se consigue con un adecuado uso de los bloqueos regionales y la sedación consciente. Esta última técnica permite abolir el estrés casi por completo convirtiendo la experiencia de la visita dental en un sueño reparador y una pequeña molestia post-procedimiento.
Carmen, es una paciente de 66 años, debido a sus cuatro embarazos y a una inadecuada atención dental durante su juventud, perdió la práctica totalidad de su dentadura. Esta pérdida se produjo de forma progresiva con un sufrimiento continuo que hizo relacionar la dentadura y su cuidado a dolor y sufrimiento.

Concertado por su odontólogo, y debido a estas reticencias, se acuerda reforzar la atención con la realización de una sedación para la colocación de implantes dentales. La paciente acude en ayunas y tras la monitorización se le colocan gafas nasales, se le instruye en la necesidad de respirar tranquilamente por la nariz mientras dure el procedimiento.
Se canaliza una vía venosa y se utiliza una mezcla creciente de oxígeno y aire al 30%. Se administra una perfusión de propofol a dosis bajas con dosis crecientes que supone para la paciente una relajación progresiva, entrando en un estando de relajación, y sedación que se acompaña de un razonable nivel de analgesia. De esta manera, el odontólogo comienza el procedimiento de la colocación de implantes dentales.


Tras dos horas y media decidimos cesar el procedimiento. La paciente necesitará una segunda sesión, pues no se ha completado el tratamiento, pero al preguntarle refiere una tranquilidad y relajación que le permite afrontarlo sin miedo.

Además del Propofol, durante décadas se ha usado el protóxido de nitrógeno para las extracciones y procedimientos dentales con éxito. Esta experiencia permite un manejo seguro de fármacos con propiedades sedantes y analgésicas.
Su manejo requiere un equipamiento de dosificación, monitorización hemodinámica y respiratoria, y cualificación para resolver complicaciones respiratorias o cardiacas. A cambio, una experiencia de alivio y confort que pacientes como Carmen agradecen y no olvidan.


No todos los pacientes precisan esta técnica, pero esa debiéramos poder ofertarla a aquellos que la solicitaran.
