El dolor, la última frontera, el tema que a muchos les quita el sueño y el apetito, y a otros les da de comer. Enorme paradoja que nos iguala como afectados y nos distancia a la hora de elegir etiquetas diagnósticas o soluciones terapéuticas.

El dolor requiere un gran conocimiento de la estructura y función del cuerpo y muchos de los conocimientos que manejamos se deben a estudiosos que dedicaron su vida a señalarnos las estructuras que componen el cuerpo y su protagonismo en su desempeño, por pequeño que pueda parecer.

Hubert Von Luschka nació el 27 de julio de 1820, en Constanza, una pequeña ciudad al suroeste de Alemania, cerca de Suiza. Inició estudios de farmacia para después pasar a estudiar Medicina en la Universidad de Heidelberg. Tras lo cual trabajó con Ludwig Stromeyer, eminente cirujano militar, donde destacó por su habilidad quirúrgica.
Posteriormente colaboró con Fiedrich Arnold, anatomista de enorme reconocimiento en su tiempo y también en la actualidad gracias a las descripciones de estructuras y malformaciones, que llegó a bautizar con su nombre el nervio y la neuralgia occipital e incluso la malformación de la unión cráneo-vertebral, que describió junto con Chiari. Arnold influyó decisivamente en la carrera de anatomista de Luschka, que se desarrolló por completo en Tubinga.

Luschka tiene entre sus muchas descripciones el nervio sinuvertebral, un ramo recurrente del nervio raquídeo que, viniendo desde fuera del agujero de conjunción, se dirige hacia dentro, inerva la duramadre anterior, la cara posterior de los cuerpos vertebrales y las capas más periféricas del disco vertebral. También describió el agujero del cuarto ventrículo cerebral.

Traemos a colación a este eminente anatomista por los cuadros de Dolor, de origen discal, que en muchas circunstancias aparecen y no responden a las medidas convencionales de tratamiento, al no tener en cuenta estas consideraciones anatómicas y su repercusión funcional.

El nervio sinuvertebral es responsable de dolores lumbares, localizados, inespecíficos, con mínimo daño vertebral o en el disco, y que pueden ser erróneamente diagnosticados y tratados como dolores articulares facetarios sin obtener nada más que un éxito pasajero.
También puede generar dolor de cabeza que, con origen en las vértebras C3-C4, puede ascender por la nuca hasta la zona occipital del cráneo.

El tratamiento sobre este nervio se puede hacer de forma localizada y específica a base de bloqueos con anestésicos y esteroides o con radiofrecuencia pulsada, obteniéndose unos resultados satisfactorios cuando terapias previas con bloqueos de articulaciones, o incluso los bloqueos discales, no obtienen resultado.

Sabemos que los discos vertebrales están inervados apenas en la zona del annulus, pero no tienen inervación interna. Cuando el disco está dañado, en los discos vertebrales se genera una neo-inervación que puede hacer esa zona mucho más sensible (en probable relación con la concentración de factores de crecimiento celular, segregados a ese nivel).
La labor de Hubert von Luschka es de especial relevancia, no sólo por sus investigaciones y descripciones estructurales sino, sobre todo, por su manera de concebir y enseñar la anatomía acuñando, el término “anatomía clínica”, un concepto que lo que pretende es relacionar los hallazgos anatómicos de imagen con el funcionamiento, algo que entendemos que es esencial: reforzar la transversalidad de la información y asociar los hallazgos anatómicos con la repercusión en el funcionamiento del cuerpo.

El nervio sinuvertebral nos explica algunas patologías resistentes a tratamiento. Un correcto conocimiento de la anatomía nos puede permitir sospechar una patología que si no puede pasar desapercibida.
Siempre insistimos en la necesidad de correlacionar la información que tenemos sobre nuestros pacientes y sus patologías. Las vértebras, los discos, las articulaciones, los nervios no están aislados en el espacio, sino que van integrados en un sistema anatomo-funcional complejo y, por tanto, un conocimiento exhaustivo de las estructuras y de su manera de funcionar nos puede ayudar a encontrar el mejor tratamiento posible para nuestros pacientes.
