Uno de los temas de preocupación recurrente en nuestra sociedad, que no solamente nos preocupa como individuos, sino también como colectivo, y que sirven para definir, tanto nuestro grado de desarrollo y civilización, como para situarnos en un orden jerárquico respecto a otras naciones es la educación.

Con independencia de la definición académica de educación de la RAE:

1. f. Acción y efecto de educar.

2. f. Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes.

3. f. Instrucción por medio de la acción docente.

4. f. Cortesía, urbanidad.

La idea de educación es muy semejante y a la vez un tema de absoluta controversia actual, especialmente en pleno proceso de selección para acceso a la universidad o de consolidación del personal docente en diversos concursos y oposiciones en España.

¿Cómo podemos estar de acuerdo en la importancia de la educación (situada a un nivel semejante a la salud, incluso en muchos casos por encima) y, al mismo tiempo, discrepar en los programas en la manera de impartirlos, y en una más que continua controversia sobre los valores y su orden de prioridad?

La razón, probablemente esté en esta última afirmación en gran medida: estamos de acuerdo en lo que es la educación, pero discrepamos en que es lo primero y más importante que debe constituir y también en muchos casos el peso de diferentes materias o contenidos.

Probablemente la educación se debe adquirir en primer lugar en el hogar, en el entorno más próximo familiar, de amistad, de vecindario.

La parte técnica de la educación se ha delegado en los maestros y profesores de diversos niveles y categorías. Ellos nos enseñan las matemáticas, la literatura, alfarería o física cuántica. Pero es innegable que muchas de estas personas son un ejemplo de dedicación y de vida, que pueden imprimir carácter más allá de los conocimientos técnicos.

Al igual sucede con el entorno familiar que, aparte de los principios de humanidad, los hábitos higiénicos, el respeto a otros y, por qué no decirlo, la manera de querer, también sirven de vehículo de conocimientos técnicos, hábitos de estudio o lectura, curiosidad o interés, que nuestros padres o allegados pueden transmitirnos o reforzarnos.

Este tema viene a propósito de la manera en la que muchos de nosotros en los momentos decisivos de la adolescencia, hemos optado por una profesión, por una carrera o por unos estudios.

Cuando en las encuestas o en las entrevistas, se pregunta a los estudiantes, qué clase de estudios van a hacer en el futuro y a qué pretenden dedicar su vida, no muchos, muchísimos contestan con una enorme confusión y lo hacen así, porqué a pesar de los avances en la comunicación, muchas veces a esas edades no se sabe o no se entiende a qué se dedican unos profesionales u otros.

Tenemos un estereotipo general de los arquitectos, de los ingenieros, de los periodistas, de los médicos, de los abogados que, aunque puede coincidir en líneas generales, muchas veces está muy lejos del desempeño del día a día.

Cuando preguntamos a muchos médicos por qué optaron por esa profesión, aparte de las series televisivas, encontramos muchos referentes familiares o de un entorno próximo, como personas destacadas admirables a las que pretendieron emular. También a veces encontramos personas que lo que han tenido ha sido enfermedades complejas de gran repercusión, física y psicológica en sus vidas o en las de su familia, y han buscado respuesta o consuelo a sus desdichas personales.

No sorprende que muchas veces los estudiantes de medicina explican que la razón por la que eligieron una especialidad u otra dependa de los momentos históricos en los que realizaron la formación específica de esas especialidades y las rotaciones o prácticas, así como las personas con las que las realizaron.

El hecho de que, en muchos de estos relatos encontremos a personas y circunstancias en las que una correcta explicación, una experiencia favorable ha marcado la elección de futuro de esas personas, nos habla de la potencia que tiene la educación, la buena educación en el futuro de las generaciones.

Podemos extraer como conclusión, sin esforzarnos mucho que, si nosotros fuéramos capaces de transmitir la pasión, el entusiasmo, al mismo tiempo que el conocimiento, tendríamos muchos profesionales motivados, dispuestos a asumir el reto y también la penosidad de unas profesiones que necesitan una parte de vocación, pero también una parte muy importante de conocimiento y compromiso.

Nadie nace enseñado y la adquisición de conocimientos y experiencias supone un esfuerzo en muchos casos intenso, pero que nos va a modelar como personas y como profesionales

Si nosotros no hubiéramos tenido el ejemplo y la impregnación de excelentes profesores de matemáticas, biología o lengua y literatura, no nos atreveríamos a plasmarlas por escrito y pretender que otros las leyeran.

Bienvenida la cultura, bienvenida la comunicación, bienvenida la educación, bienvenida la motivación. Necesitamos los mejores docentes para que, no sólo transmitan conocimientos, sino experiencias y espíritu crítico. Este es el camino, la verdad y la vida.

Publicado por Dr. Alfonso Vidal

Director de las Unidades del Dolor del Hospital LA LUZ (Madrid) y del Hospital SUR (Alcorcón, Madrid). Grupo QUIRÓNSALUD Profesor de Dolor en la Univ. Complutense Madrileña

Deja un comentario