Con motivo del inminente centenario del fallecimiento del Dr. Fidel Pagés Miravé, descubridor de la anestesia epidural, se ha generado una doble respuesta en nuestra sociedad y en particular en las profesiones sanitarias.

La del reconocimiento a una de las mentes más preclaras de la medicina, no solo española, sino mundial, y de otro la perplejidad de una mayoría absorta en el desconocimiento de una figura tan relevante.

Fidel Pagés fue un médico militar español que describió la entonces llamada anestesia metamérica, luego rebautizada como epidural. Este hecho serviría por sí mismo para incluirle en una relación de los investigadores que más han hecho por el avance de la medicina universal y en particular de la anestesia, junto a otros figuras históricas como Morton, Wells, Nieman o Seturner.

Fidel Pagés nació en Huesca, en el seno de una familia acomodada, aunque su padre murió prematuramente, cuando él contaba solo siete años. Su madre casó en segundas nupcias y él estudió Medicina en Zaragoza, con resultados académicos muy destacados.

Se decide a ingresar en el Ejército y comienza un recorrido geográfico y científico que explica, no sólo su biografía, sino el porqué de su descubrimiento.

La obligación de desplazarse en sus diversos destinos le da un bagaje de experiencia en diversos puestos, algunos periféricos, otros centrales, algunos tranquilos, otros en áreas de conflicto. Todo ello le acostumbra al análisis rápido y sistemático de situaciones de emergencia y a la toma de decisiones sobre la salud y vida del personal a su cargo.

Como hombre de su tiempo, criado en plena resaca de la pérdida de las colonias de ultramar, de una España atrasada y en plena crisis, es una de las múltiples figuras de una corriente de renovación, regeneración, reinvención de un país, sociedad, cultura, conocimiento y conjuntamente identidad.

Personajes como Ortega, Unamuno y Marañón, entre otros, participan de esta preocupación y de la idea de renovación de un país a imagen y semejanza de sus vecinos europeos.

Estas reflexiones, junto con otras sobre la vigencia de sus hallazgos y la utilidad de la vía epidural para abordajes terapéuticos en anestesia y sobre todo en dolor, se reiteraron hasta la saciedad en una jornada memorable sobre su figura y el dolor el pasado día 12 de marzo, desde la plataforma SEMDOR que permanecerá accesible on line varios meses. Muy recomendable su visita y el repaso de los contenidos vertidos por más que acreditados compañeros de fatigas en el abordaje multidisciplinar del dolor.

No voy a descubrir la relevancia de su descubrimiento, ni la importancia de su trabajo en los mas que difíciles momentos en los que vive y desempeña su labor.

Pero sí quiero vindicar su figura resplandeciente, faro en la oscuridad de un periodo histórico turbio y lleno de sombras, que supo realizar su trabajo con dedicación y puntualidad, amén de dejar para la posteridad un legado de conocimiento irremplazable.

Además quiero resaltar el papel de un colectivo no siempre bien valorado, como es el de los servidores públicos, hombres y mujeres, en particular aquellos que componen las Fuerzas Armadas, de ayer, hoy y siempre.

Los sanitarios militares dedican sus esfuerzos al bien común, en las tareas que se les asignan. Su labor en situaciones de conflicto va más allá de atender a la salud de sus propias fuerzas, también se atiende a las de los contrincantes y a las de la población civil, como rezan las Convenciones de Ginebra.

Es emocionante el testimonio de algunos familiares, de amigos, al recordar que algunas de las personas que asistieron tuvieron acceso al agua por primera vez en su vida o salvaron la vida o la de los suyos gracias al abnegado esfuerzo de estos compatriotas e incluso aprendieron a pronunciar las dos únicas palabras que conocen en nuestro idioma: “¡Gracias España!”

Que, en pleno conflicto por el norte de África, con una situación creada por una falta de planificación y quizá un cierto menosprecio a los rivales, encabezados por un personaje educado en Universidad de Qarawiyyin en Fez y de Salamanca, como Abd-El-Krim, notable estratega que puso de manifiesto las costuras del despliegue y profesionalidad de las fuerzas españolas en aquel momento histórico, es de resaltar.

Como lo son los honrosos sacrificios por mor de una decadente idea imperial que se extinguió sin remedio, movilizando alrededor de 70.000 soldados y generando un hospital de campaña de 5.000 camas, de las que apenas quedaron sin usar unos pocos centenares.

Fidel Pagés destacó en aquellos escenarios y recibió el reconocimiento de la Reina Victoria Eugenia, pero su figura quedó en el olvido siendo necesaria la intervención de otro destacado colega argentino, Albergo Gutiérrez, Jefe de Cirugía en el Hospital Español de Buenos Aires, que puso en su lugar a Pagés por delante de Dogliotti en la descripción de la técnica epidural.

Si Pagés hubiera nacido francés, alemán o inglés, quizá estaría en el olimpo de médicos ilustres como Fleming, Pasteur o Koch, y quizá lo esté, donde brillen sus vidas y opiniones, y desde donde con estupor vean repetir los errores humanos y la falta de solidaridad, investigación y dedicación, que siguen haciendo estragos en la salud de la humanidad.

Desde ahora ya nunca más será una figura ignorada y pasa a ocupar un lugar prioritario en el imaginario colectivo español, componiendo un ensoñado Salón de la Fama Sanitario, junto a Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Federico Rubio y Galí, José Antonio Barraquer, Carlos Jiménez Díaz, José Botella LLusía…y los que vendrán. Gracias Dr. Pagés.

Publicado por Dr. Alfonso Vidal

Director de las Unidades del Dolor del Hospital LA LUZ (Madrid) y del Hospital SUR (Alcorcón, Madrid). Grupo QUIRÓNSALUD Profesor de Dolor en la Univ. Complutense Madrileña

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